Jorge Meléndez Preciado
A tres semanas que la Corte Suprema de Estados Unidos falló en contra de la ley de 1973: Roe vs. Wade, que posibilitaba el aborto en la nación que presume ser la campeona de los derechos humanos (sic carcajeante de los migrantes), las protestas no se han hecho esperar de parte de los jóvenes y los grupos progresistas.
Ya sabemos que la votación contra el aborto fue de seis a tres; un trío, entre ellos, que propuso Donald Trump en su estancia en la Presidencia; es decir, ultranacionalistas y reaccionarios, como el que incitó a tomar el Capitolio porque no aceptó su derrota a manos de Joe Biden.
Desde que vino la regresión, siete estados yanquis han prohibido el aborto, el más reciente en Mississippi, además de haber cerrado clínicas que posibilitaban el derecho a decidir de las mujeres acerca de su cuerpo.
Hace días (18 de julio), 17 legisladoras fueron detenidas y arrestadas por hacer una manifestación ante la Casa Blanca, con el pretexto de interrumpir el tráfico en las calles.
Entre ellas estaba la activista Alexandria Ocasio Cortés, Nydia Velázquez, Carolyn Maloney (de Nueva York), Jacques Spier, Bonnie Watson Coleman e Ilán Omar. Mujeres dignas y valientes.
Insistieron que sólo ellas deben decidir lo que les conviene ahora y en el futuro, ya que cualquier autoridad que lo haga es una violación a sus derechos humanos. Algo lógico en este y en otros asuntos como el consumir lo que uno quiera (mota y anexas).
Llevar a las leyes prohibiciones elementales, más que abrirle paso a la libertad es no sólo utilizar a las personas con fines aviesos y darle más poder a las fábricas de medicamentos y a los criminales que hacen de las suyas de forma ilegal.
Mientras en otras partes del mundo la lucha de las mujeres avanza en diversos terrenos, desde la posibilidad de tener el sexo que se desea hasta el matrimonio homoparental, en la nación que invade e impone sanciones porque no siguen las reglas del Destino Manifiesto (¡el mundo y no sólo América para los estadounidenses!), la situación va para mal
Tanto que incluso algunos senadores demócratas votan por iniciativas republicanas.
Hace poco, por cierto, la llamada Cámara Baja- diputados en México- aprobó que el aborto sea legal. Pero ello no se aprobará, al decir de los analistas gringos, ya que en el Senado se rechazará.
Son tiempos donde los trumpianos, con Donald o sin él a la cabeza, tendrán una cantidad impresionante de votos, lo cual muestra el pavor de esta nación de inmigrantes, a lo que viene de fuera, que es lo único que la salvará ante el avance de China en esta era tecnológica.
Hay, por otro lado, mayor participación de los jóvenes en los procesos locales que son importantes y debemos aquilatar. Para el apoyador y protector de migrantes en Chicago, Jorge Mújica Murias, en aquella importante, conflictiva y enorme ciudad, ya existen seis concejales socialistas en la administración.
Todo ello debido a la gran labor de Bernie Sanders, quien si bien no ha podio encabezar el partido Demócrata a la presidencia, ha dejado su huella indeleble que es importante hacer cambios sociales de fondo para que no haya la desigualdad en todos los órdenes.
Actualmente, en Estados Unidos, el uno por ciento de la población maneja casi el 40 por ciento del PIB. Además, este grupo selecto es de los que pagan menos impuestos, algo que imposibilita que decenas de millones tengan techo, comida, salud y educación.
Y en asuntos como el combate a los maleantes, ya vimos que son ineficaces. En Uvalde, Texas, tardaron 75 minutos en someter a un tirador que asesinó a varios alumnos.
Por lo tanto, series como la Ley y el Orden y otras muy difundidas en México son propaganda vil, y no la realidad de un país que ha sido derrotado ampliamente en sus más recientes incursiones en el extranjero.
Por muchos lados, Estados Unidos hace agua.
@jamelendez44
