Hugo L. del Río
Preguntaba José Revueltas:”¿Estaremos hechos los mexicanos de una pasta tan ruin y envilecida que no se puede hacer nada para que las cosas sean de otra manera?
Es un asunto para reflexionar respecto a ciertos aspectos específicos de las horribles deformaciones psicológicas de los mexicanos”. En lo que toca a la cúpula política y económica, la respuesta es afirmativa. Los gringos nos han estado humillando más de lo acostumbrado en las últimas semanas, y los personeros del Estado mexicano dan la impresión de que se ponen de rodillas frente a la República imperial para suplicar una limosna o, por lo menos, un cariñoso golpecito en la cabeza y quizás hasta una sonrisa. Da vergüenza el servilismo del secretario de Gobernación, Osorio Chong, y su numerosísima comitiva quienes, como mascotas amaestradas, acuden con la cabeza gacha al llamado del amo. Ni siquiera vale la pena perder tiempo con Janet Napolitano, la todopoderosa jefa del sistema norteamericano de Seguridad: ya se va. Por qué no esperar a que el nuevo patrón que dicte sus órdenes. Ellos aprobaron la construcción de un muro de mil 700 kilómetros de largo para no dejar pasar a la raza de bronce; ellos se hicieron como que las once mil vírgenes les hablaban cuando aquí “descubrimos” que nos espían. Eso no es novedad, pero, joder, aunque fuese por cortesía algo debían haber dicho o hecho. Pero dan por sentado que ya somos una especie de Protectorado o Dominio y en estos casos, ya se sabe, los nativos obedecen y callan. Seguridad Fronteriza es lo que se va a tratar en Matamoros. Por Dios, si hasta en Nueva Zelanda saben que somos tan incapaces de proteger la frontera norte como de garantizar la defensa de las instalaciones de Pemex. Señores: un poco de vergüenza, por favor. El gobierno de Peña Nieto no garantiza la salvaguarda de las vidas y patrimonio de los mexicanos. En Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua—entidades fronterizas–, al igual que en Sinaloa, Veracruz, Michoacán, Guerrero y qué sé yo de otras regiones, decenas de miles de familias campesinas abandonan sus viviendas y sus tierras para salvar la vida. Y pensar que el gobernador tamaulipeco Egidio Torre Cantú y el alcalde de Matamoros, Alfonso Sánchez Garza, forman parte del equipo mexicano organizado para apantallar a Napolitano y a su gente con geniales proyectos para amparar a los mexicanos. Marco Aurelio, el emperador filósofo y guerrero, quien algo sabía de estas y otras cosas, aconsejó “no andar vagando con la imaginación”. Lástima que nuestros políticos no lean libros. Ni nada.
