Panamá Digital
José Antonio Meade
En 1991, México y España lanzaron conjuntamente la iniciativa de celebrar una cumbre iberoamericana que reuniera, por vez primera, a los jefes de Estado y de Gobierno de las 22 naciones de habla española y portuguesa en América y Europa. Esa primera cumbre, en Guadalajara, México, sirvió para dar respuesta a la conmemoración de un acontecimiento ocurrido 500 años antes, y que marcó profundamente las identidades de los pueblos a ambos lados del Atlántico. Gracias a la cumbre, prevaleció la visión del encuentro de dos mundos y se enraizó la identidad iberoamericana.
El contexto global del momento se caracterizaba por el fin de la Guerra Fría, el cual exigía la conformación de un nuevo orden internacional más justo y democrático. La Comunidad Iberoamericana, sustentada en una herencia cultural común y una visión compartida del mundo, se posicionaba de manera ideal para aportar constructivamente a su conformación.
En el plano regional, los dos factores centrales eran el ingreso de España y Portugal a la Comunidad Económica Europea y la entrada de prácticamente toda la América Latina a una nueva era democrática.
Hoy, tras más de dos décadas de distancia, ese objetivo estratégico guarda plena vigencia ante un contexto regional y global muy diferente, pero igualmente complejo.
La crisis económica global iniciada en 2008 encontró a los países latinoamericanos en general mejor preparados que España y Portugal para afrontarla. Sin embargo, todos hemos sufrido por la desaceleración económica mundial y estamos dispuestos a contribuir a que el mundo recupere el crecimiento y a que ello se traduzca en empleo, oportunidades e inclusión social.
La región se ha fortalecido como un actor global que se proyecta en el escenario internacional de manera unida a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), constituida en México en 2010. La Celac es contraparte de la Unión Europea en el diálogo Celac-UE, en el que participan 61 Estados de ambos continentes. La Conferencia Iberoamericana, a la que se agregó Andorra, requiere encontrar su espacio y ventajas comparativas en esta nueva arquitectura institucional.
En este contexto, los cancilleres iberoamericanos nos reuniremos hoy a invitación de Panamá para reflexionar sobre el futuro de la Conferencia Iberoamericana y explorar fórmulas para mantenerla vigente, activa y vigorosa. Recibiremos las valiosas aportaciones de un grupo de análisis que encabezó el expresidente de Chile Ricardo Lagos, al que acompañaron la excanciller mexicana Patricia Espinosa y el secretario general iberoamericano, el uruguayo Enrique V. Iglesias.
México acude al encuentro convencido de que la Conferencia Iberoamericana es un foro útil, sobre todo en un contexto global incierto y complejo, que debe encontrar un ámbito de acción propio y que la diferencie de otros mecanismos, en el que sea posible mantener un diálogo político franco y abierto, que brinde resultados concretos en materia de integración y desarrollo.
La Conferencia Iberoamericana tiene en la afinidad lingüística y cultural, en su herencia histórica, identidad común y valores compartidos su más valioso activo. Vemos el mundo del mismo modo y nuestras aspiraciones responden a esa perspectiva. Ello la distingue de otros ejercicios multilaterales.
Ese acervo común es una valiosa herramienta para incidir en los grandes temas globales y para consolidar la solidaridad y la cooperación entre sus miembros. Vemos una Conferencia Iberoamericana que en el futuro proyecte su cultura y sus valores al resto del mundo y que, por el otro, haga de la cooperación internacional para el desarrollo su ámbito de actividad más importante.
En el primer caso, la facilidad de entendimiento de América Latina con España y Portugal otorga a la conferencia mayor capacidad de servir de puente directo entre nuestro hemisferio y la Unión Europea, que otros mecanismos. Ello debe traducirse en la posibilidad de articular posiciones entre ambas regiones, actuando en coordinación con Celac – UE, en torno a los grandes temas globales.
La cooperación internacional para el desarrollo, que ha sido un ámbito de acción iberoamericano especialmente exitoso, se encuentra todavía por debajo de su pleno potencial. Los Estados miembros tenemos los recursos humanos, técnicos y las capacidades para convertir a la conferencia en el referente mundial de la cooperación triangular y entre países emergentes y en desarrollo. A ese propósito común deberemos enfocar nuestros esfuerzos.
La nación mexicana, producto de ese encuentro de dos mundos, en ejercicio de su responsabilidad global, está comprometida con la construcción de un mundo democrático, próspero, equitativo, seguro y sustentable. Hoy, como nunca, México y sus socios iberoamericanos tienen la oportunidad de contribuir a actualizar y a profundizar el proyecto que iniciaran hace más de dos décadas en Guadalajara.
http://www.panamaamerica.com.pa/notas/1607348-la-nueva-era-iberoamerica-retos-y-compromisos-
