Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas
Lo que no nos dicen los sesudos analistas políticos ni del D.F. ni de Washington, es que la “reforma migratoria” gringa que nos tiene con el grito en el cielo y el jesús en la boca, se transmutará de rayos y centellas en propuestas de legislación que a su vez transitarán por grupos de interés y organizaciones ciudadanas para terminar en vaporcillos estivales que se disiparán por ahí de la elección presidencial estadounidense de 2016.
Tal es mi predicción sobre el desenlace de este espinoso asunto bilateral.
En 36 meses se verá si tengo o no razón.
¿Por qué el aplomo para un vaticinio al que no se atreven ni las más afamadas plumas del periodismo académico–político que atosigan las planas lo mismo de Reforma y El Universal que del New York Times y el Christian Science Monitor? Responder que por que tengo “los pelos de la burra en la mano” suena huero y frívolo, pero no tiene vuelta de hoja. Veamos algunas razones:
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