Hugo L. del Río
En política, la percepción es más importante que la realidad.
Y es juego político de lo más sucio lo que los desconfiados por oficio percibimos en la decisión de Rodrigo Medina al disponer el retiro de las fuerzas navales. El muchacho que cobra en el palacio de cantera no está nada más asestándole un golpe a Margarita Arellanes: nos está poniendo en peligro a todos. El hijo del señor Medina Ainslee nos quiere hacer creer que la llamada Fuerza Civil es tan profesional que puede llenar y aun desbordar el hueco que va a dejar la Armada. Eso, tal vez él se lo cree. De entrada, vemos que los muchachitos de FC ni siquiera saben manejar: en los últimos días tuvieron 15 accidentes viales con un saldo de 33 uniformados heridos. Y para qué hablar de sus desvalijamientos a víctimas de accidentes y otras gracias por el estilo. Vamos a concentrarnos en lo operacional. ¿Tienen, estos azules, el brío, la disciplina, el conocimiento en el uso de las armas que les sobra a los comandos y fusileros de la Infantería de Marina? Lo peor es que el puñetazo contra Arellanes cae en el vacío: los marinos al servicio del Municipio no son tales. Se trata de muchachos que solicitaron ingresar a la Naval y del centro de recepción nos los enviaron con mucho uniforme pero cero preparación. Estos son los tripulantes de la desarbolada nave del almirante Cruz, pero a los que Rodriguito les quiere decir adiós es a los auténticos hombres de mar que comparten con el Ejército los escasos éxitos que el gobierno se ha anotado en la guerra contra el narco. El niño Rod quiere creer que con su Fuerza Civil Nuevo León ya ganó todas las batallas habidas y por haber. Falso. Los cárteles se han replegado a otras entidades, pero volverán mañana o pasado. Surgieron nuevas redes: los coroneles, sangre zeta, Golfo nueva generación y otros. Están cerca y aceitan las armas: hubo trece muertos el jueves en Sombrerete, Zacatecas; en San Fernando, Tamaulipas, los sicarios hicieron a balazos a la regidora de Reynosa Martha MacDonald, a su hijo y a otras personas. Los expertos dicen que en el sexenio calderonista el crimen organizado cobró las vidas de 103 mil mexicanos, y las proyecciones son que al terminar el mandato de Peña Nieto habrán sido asesinados otros 98 mil 500. Sí, ha bajado un poco la cifra de víctimas. Pero en el papel. La nueva política de contrainformación pretende hacernos soñar que la paz social nos espera a la vuelta de la esquina. Ojalá así fuera, pero es difícil. No imposible, pero muy difícil. Despedir a los de la Armada es acto de mezquindad e irresponsabilidad. PIE DE PÁGINA: Mi modesto aplauso para el señor Joseph Pomper, cónsul general de Estados Unidos en Monterrey, por su valor y calidad humana al abogar por el respeto a la diversidad sexual. Pocos funcionarios públicos tendrían los músculos de alma que se necesitan para hacer una declaración de esta índole. Lo felicito, míster Pomper, por su valentía y su compromiso con los demás y, sobre todo, con usted mismo.
