Oro Sólido
Nancy Rodríguez R.
Mi padre me pidió que mi novia abortara el bebé que esperaba, o perdía todo su apoyo. Autos, escuela, club de golf y mis estudios en Inglaterra. Deseaba que yo estudiara ingeniero químico para incorporarme a Pemex.
Por convicción lo ignoré. Me casé con mi novia embarazada y mi padre me desheredó. Me dejó de hablar y me retiró todo su apoyo. Tenía yo 19 años de edad. Incluso era campeón juvenil de golf. Lo perdí todo. Pero no me arrepiento, aunque mi padre era el segundo hombre más poderoso de Pemex, no me importo. Ahora soy feliz padre de tres hijos maravillosos y salí adelante por mis propios medios.
Mi amigo quien relata esta historia, se inclinó por las finanzas. Actualmente, es un destacado directivo de Deloitte a nivel global con presencia en más de 150 países.
Ay, Pemex, Pemex, Pemex. Cuántas sorpresas nos deparan con esta paraestatal. Mi amigo es uno de los tantos casos de hijos que no pueden tomar su propio camino. Se arriesgan a ser desterrados, desheredados y despreciados.
Veamos esta historia. El papá del actual director de Pemex, Emilio José Lozoya Thalmann, se recibió de la carrera de economía en 1970, tenía 22 años de edad. Fue amigo y compañero en la facultad de economía de la UNAM del propio Carlos Salinas de Gortari. En su biografía, asegura que terminando la carrera cursó estudios de posgrado en los Estados Unidos.
Su hijo Emilio nació en 1974, cuando él, Lozoya Thalmann, tenía 26 años de edad.
Cuando el actual director de Pemex tenía 14 años de edad, Lozoya Thalmann, su padre, iniciaba su gestión como director general al frente del ISSSTE en 1988, con su amigo Carlos Salinas de Gortari en la presidencia.
Posteriormente, Lozoya Thalmann en 1993 fue designado por Carlos Salinas como secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal. Para ese entonces su hijo Emilio tenía 19 años de edad, la misma edad de mi amigo, por cierto.
Sin aclarar si fue por decisión propia o de sus padres, En esas fechas el actual director de Pemex, cursó la preparatoria en un internado lejos de México, en Alemania, no especifica el nombre, ni el perfil del colegio.
Al término de esos estudios, internado en Alemania, el actual director de Pemex cuenta que regresó a México, pero, asegura que no le interesó trabajar en el mundo del petróleo, donde su padre era la cabeza del sector. Se inclinó más por las finanzas, casualmente igual que mi amigo de la historia. Su padre terminó el sexenio como titular del ramo en 1994, con Salinas de Gortari.
Hoy por Hoy, se necesita un Director General de Pemex, lleno de garra, arrojo, determinación y profundo deseo de innovar en el manejo de la paraestatal. Necesitamos toda la riqueza interna de Emilio Lozoya Austin, para tomar las mejores decisiones para bien de todos los mexicanos.
Sin embargo, las viejas generaciones se niegan a “soltar el balón.
Y como muestra, lo siguiente: actualmente, se nombró como Director Corporativo de Administración de Pemex a nada más y nada menos que Víctor Díaz Solís, quien en los años noventas fue secretario particular de Lozoya Talma en el ISSSTE y posteriormente en la Secretaría de Energía, donde repitió en el puesto.
Me pregunto: acaso sigue Lozoya Thalmann, interviniendo en la vida de su joven hijo. Por qué y para qué. Qué intereses lo mueven o le preocupan.
No es más conveniente que deje a su hijo en paz para que muestre su moderna visión, experiencia e intuición, supuestamente, innovadora para que se logren mejores condiciones para Pemex.
O tenemos a un hijo sometido, amenazado y obligado a cuidar intereses de generaciones que ya no caben en el México actual.
O de plano ¿lo creen estúpido e inexperto?
Pobre, Emilio Lozoya Austin, entre los amigos de su padre, sus ex maestros, sus tutores y su padre mismo parece un callejón sin salida. Ya me imagino los consejos que le dan: “Mira hijo, hay que cuidar aquí, allá, bla, bla, bla.
No justifico, esa enfermedad y esa ambición desmedida por el poder a pesar de dañar a sus propios hijos y cancelar su autodeterminación.
Cuándo dejaran crecer a las nuevas generaciones para que den su verdadera riqueza a México. Cuándo se acabará el paternalismo torpe e inútil que ahoga y aniquila la iniciativa de la sangre nueva. Hay que arrebatar espacios a pesar de la familia, sin intereses de por medio, incluyendo los parentescos o “amistades” que estorban y perjudican más.
Queremos ver el Oro Sólido de Emilio Lozoya Austin.