Guillermo Fárber
Con su visita a México, vuelve a ser noticia. ¿Pero de dónde viene este personaje Tenzin Gyatso, Dalai Lama número 14? Tomo los datos del librito “Otro mundo en este mundo: tres años en la meseta tibetana” (Ana Victoria, 1984). La estirpe nació históricamente en 1578, cuando Sonam Gyatso, abad del lamasterio de Drepung, logró restablecer la paz en su convulsionada región, al convertir al budismo a Alta Khan, rey de Mongolia. Este, en reconocimiento, nombró a aquel Gyatso inicial Ta-le, “Océano de Sabiduría”, título que con el tiempo el pueblo trasformó coloquialmente en Dalai. Sin embargo, don Sonam no es oficialmente el primer Dalai Lama, pues se aceptan dos reencarnaciones previas (se supone que todos los Dalai no son sino reencarnaciones de un mismo espíritu puro, que toma sucesivos cuerpos en esta Tierra). Estas reencarnaciones son Gedün-trup (1391-1474), discípulo del lama Tsongkhapa; y Ge-dün-Gyatso (1475-1542). Fue el quinto Dalai Lama, Ngawang Lopsang Gyatso (1617-1682) quien estableció la monarquía político-religiosa (una de las dos únicas teocracias del mundo hasta 1950; hoy ya sólo queda El Vaticano) y quien construyó (con mano de obra esclava, por supuesto, como casi todas las grandes edificaciones del pasado) el impresionante palacio del Potala que es imagen obligada en las postales de Lhasa. El Tibet histórico abarcaba más kilómetros cuadrados que el territorio actual de esta sucursal sur que todavía llamamos México, pero la geografía oficial china le reconoce, como “región autónoma”, solamente la mitad de esa extensión. Tshangyang Gyatso (1683-1705), el sexto Dalai Lama, fue el más mexicano de todos ellos. “A diferencia de sus antecesores, se dedicó al arte y la literatura, y llevó una vida mundana. Se hizo popular por sus poemas tántricos como aquel que dice: He tenido mujer todas las noches, pero no ha salido de mi cuerpo ni una gota de semen” (tantrismo o tantra: una de las varias tradiciones esotéricas que enseñan a utilizar el deso como sendero hacia la realización personal). Conste que cualquier semejanza de este Tshangyang con un Papa Borgia es pura cuestión de temperamentos. Un dato curioso: las tropas chinas invadieron el Tibet. ¿Dato archisabido de 1950? No, dato algo olvidado de 1720.
LOBSANG RAMPA
A propósito del nombre Lobsang, ¿te acuerdas de ese autor? Publicó desde 1956 hasta 1980, 19 libros de religión, ocultismo, aura, fenómenos paranormales y demás, como El Tercer Ojo (su primer libro y por mucho el más vendido de todos), El Cordón de Plata, etc. Con ellos logró encandilar a millones de ingenuos (como yo). Fue la época de esa literatura con Carlos Castaneda, El Retorno de los brujos y temáticas similares. Ese tal Lobsang Rampa nunca existió, por supuesto: fue un mero invento mercadotécnico. Yo creía que su verdadero nombre era Heinrich Harrer, aventurero austriaco (otro dicen que espía destacado en el Tibet por el régimen nazi, antes y durante la Segunda Gran Guerra). Harrer firmó con su nombre “7 Años en el Tibet”, que no se vendió gran cosa y lo hicieron película en 1997, con Brad Pitt. Wikipedia dice que fue precisamente Harrer quien descubrió que Tuesday Lobsang Rampa era el seudónimo literario del inglés Cyril Henry Hoskin (1910-1981), quien en 1948 se cambió oficialmente el nombre a Carl Kuon Suo y finalmente se autoexilió en Canadá por el acoso de la prensa británica, que lo tachaba de charlatán y farsante (qué piel tan delicada: a los políticos les dicen cosas peores y éstos nada más se ríen).
OOOOOOMMMMMM
Recuerda meditar cuanto puedas, cuando puedas. “Si hablas con Dios estás rezando; si Dios te habla a ti, tienes esquizofrenia. La meditación utiliza la mente disciplinada para entrar en contacto con el alma y conocer la voluntad de Dios. tanto la plegaria como la meditación son de naturaleza invocativa.” Se le preguntó al Buda: “¿Qué has ganado con la meditación?” Él respondió: “Nada. Más bien he perdido: la ira, la ansiedad, la depresión, la inseguridad, el miedo a la vejez y a la muerte.”
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