Si no se disponen adecuadamente cuando terminan su ciclo de vida, los residuos electrónicos –como equipos en desuso, pilas agotadas o bombillos– son riesgosos para la salud y el medio ambiente.
“Cuando llegan a un relleno sanitario inadecuado, al suelo o a una quebrada, los equipos electrónicos pueden lixiviar [filtrar] metales pesados, que pueden llegar al agua, al aire o a los animales y causar serios problemas ambientales y de salud.
Por eso, tanto productores como usuarios tienen la responsabilidad de garantizar que los equipos electrónicos en desuso no terminen siendo fuentes de contaminación. Los vendedores de algunos productos, como computadores, pilas o lámparas, tienen la obligación de poner en marcha planes de posconsumo; y los consumidores también debemos poner de nuestra parte para que la cadena funcione. Además, otras empresas que no están obligadas por la ley también llevan a cabo sus propios planes.
Hay tres tipos de procesos de posconsumo: el reuso, el aprovechamiento y la disposición. El primero consiste en reacondicionar los equipos que los usuarios devuelven a las empresas –como decodificadores o módems– para ponerlos nuevamente en servicio. Este proceso es el más amigable para el medio ambiente, pues requiere menos energía que el reciclaje y la producción de nuevos dispositivos.
El reciclaje es el segundo paso. En él los equipos se desensamblan, se desarman y sus componentes son devueltos a la cadena de producción, donde pueden servir como materia prima para otros productos.
En el proceso de reciclaje, es posible recuperar hasta un 92% de los materiales de un producto en desuso.
Finalmente, si quedan residuos que no se pueden aprovechar, deben ser dispuestos en rellenos de seguridad. Eso no puede ir al botadero, porque lo contamina.
FUENTE: diarioecologia