Hugo L. del Río
La escena evocó las quemas de libros en 22 universidades alemanas el 20 de mayo de 1933, a pocos días de la toma del poder por Hitler. Aquí lo vivimos en la ciudad de León hace cuatro años. El Yunque, nuestro fascio, condenó al fuego a obras de autores a quienes sin mayor trámite calificó de comunistas, judíos y/o masones.
Desde entonces, esta sociedad secreta, con un origen paramilitar, ha crecido en la sombra azul. Tanto, que son yunquistas la actual presidente nacional interina del PAN, Cecilia Romero Castillo; el secretario, Jorge Ocejo y el aspirante a führer que les tomó la protesta: Luis Felipe Bravo. Romero Castillo encarna el ideal de la militante de la organización clandestina: fue comisionada del Instituto Nacional de Migración hasta que, a raíz del asesinato de 72 indocumentados centroamericanos en Tamaulipas en diciembre de 2010, la presión internacional la obligó a renunciar. El Yunque no es un juego de niños. Fue creado en la ciudad de Puebla en 1955, con el objetivo de “defender la religión católica y luchar contra las fuerzas de Satanás”. Todo ello para instaurar “el reino de Dios en la tierra”. Algunos observadores aseguran que El Yunque está preparado para alcanzar sus propósitos “así sea mediante la violencia o el asesinato en casos extremos”. En un principio, los fundadores divulgaron la especie de que los grandes capitalistas, aliados con el comunismo internacional, conspiraban para destruir a la Iglesia de Roma. Hoy, los enemigos del Yunque son “el comunismo, el pueblo judío y la masonería”. Habría que agregar todo el universo de los millones de hombres que no somos católicos. Los cristeros del Tercer Milenio se han ido apoderando poco a poco de Acción Nacional. Su consigna es “evangelizar las instituciones públicas para instaurar la Ciudad de Dios conforme al Evangelio”. Durante muchos años, Hugo Salinas Price –padre de Ricardo Salinas Pliego—financió al Yunque. Quienes han investigado esta sociedad aseguran que los capellanes son los cardenales Norberto Rivera y Juan Sandoval Íñiguez. En 2009 nuestros nacifascistas organizaron una pira con miles de ejemplares del texto escolar de Biología en la citada ciudad guanajuatense. Se “justificaron”: el volumen se decanta “a favor de la promoción de la actividad homosexual, el aborto, los anticonceptivos y el amor libre”. En 2010 el ex alcalde de la ciudad de Puebla, Luis Paredes Baños, quien había renunciado al PAN y al Yunque, denunció ante la Procuraduría General de Justicia las actividades fuera de la ley de los yunquistas. No le hicieron caso, pese a que la PGR disponía de todo un expediente abierto por la ya desaparecida Dirección Federal de Seguridad. Y es que El Yunque, desde hace 68 años, ha estado infiltrando los tres escalones del gobierno, todos los partidos políticos, los centros de educación superior y, de una manera muy especial, las fuerzas armadas. Acción Nacional ha hecho una larga andadura en el camino hacia el fascismo. No sale sobrando recordar que, quienes queman libros, quemarán hombres. Y hablando de chamuscadas, en otros años, hubiera pensado que Gustavo Madero retiraría su candidatura después que El Norte le levantó las enaguas con la foto en la que aparece de viaje y manita sudada en un avión de Oceanografía. Pero no: hoy vivimos, como escribió Lilian Hellman, “tiempos de canallas” y de cínicos. Madero es capaz de cobrarle la publicidad a Amado Yáñez, mero mero petatero de la multimillonaria corporación.
