Hugo L. del Río
Fue un martes trágico. La guerra sigue. En Nuevo León mataron a tres judiciales y en Reynosa perecieron 16 personas, además de dos médicos secuestrados y una jovencita con un balazo en la cabeza.
Estamos hablando de la frontera con Estados Unidos: dos ministeriales primero plagiados y luego abatidos en Ciudad Anahuac; otro más acribillado en Sabinas Hidalgo. Y en Reynosa, un escenario de sangre propio de Siria. Horas y horas de tiroteos, persecuciones, bloqueos, todo a la vista de nuestros buenos vecinos. Por Dios: el puerto fronterizo es una ciudad muy importante, no sólo por el comercio con McAllen y la densidad de población, sino además por las instalaciones de Pemex. Si los reynosenses no tienen derecho a la tranquilidad, qué pueden esperar los habitantes de caseríos aislados en la selva, la llanura o la montaña. ¿Cómo podemos interpretar el evento en la marca fronteriza ? Bueno, obviamente ni la Federación ni, mucho menos los gobiernos de Nuevo León y Tamaulipas, controlan la situación. Y qué podemos hacer si la crisis rebasó a las fuerzas armadas. ¿Qué ocurre en un país cuando el Ejército y la Armada no pueden garantizar el orden? Ya vemos cuán útil fue la entrevista sobre el tema de la seguridad entre los gobernadores de Nuevo León y Tamaulipas. Otrosí: despíerta dudas el saldo oficial de sangre en Reynosa: según la versión oficial, son dos civiles inocentes, dos agentes de la Policía Federal y doce sicarios. “En la guerra, la primera víctima es la verdad”, dijo Sir Winston Churchill, quien sabía dos que tres cosas sobre estos asuntos. Y me pregunto si será cierto que los doce caídos sindicados como pistoleros lo habrán sido en realidad. Antes, los gringos cruzaban la frontera para ir de putas, emborracharse, darse el lujo de orinar en la calle y ver las corridas de toros. Ahora desde las azoteas pueden ver en vivo combates con muertos y heridos. Esta es tu patria, mexicano. Este es el México que ven los norteamericanos. PIE DE PÁGINA: Al señor Juan Méndez, Relator de la ONU sobre tortura y tratos denigrantes le negaron en Monterrey el acceso al cuartel de los judiciales. ¿Cómo estará la cosa que, ni siquiera con aviso de anticipación pudieron retirar o esconder las evidencias de sus abusos? El funcionario internacional tenía planeado hacer una inspección en los irónicamente llamados Centros de Readaptación Social, donde, lo saben hasta en la Mongolia Exterior, mandan los reclusos. Si a un enviado de las Naciones Unidas lo maltratan de esa manera, qué esperamos los nuevoleoneses de a pie. Obviamente, el evento no mejora la puntuación de México en la organización mundial. Pero así es el gobierno (¿?) de Rodrigo Medina.
