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Garbanzo de a libra

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Agora Deportiva

Jesús Yáñez Orozco

Hay un deporte en México, garbanzo de a libra, casi marginal –porque para la telemierda es prácticamente inexistente, pues no le representa negocio, y sólo priva el insulso balompié nacional — donde se ha mantenido como potencia mundial hace cerca de 70 años: clavados.

 

Esta historia de gloria se mantiene a la fecha y comenzó a finales de la década de 1940, con el fallecido Joaquín Capilla Pérez, único atleta en la historia del olimpismo en ganar cuatro preseas, una de oro.

Un dato ilustrativo: de la mayoría de las míseras 62 medallas –que contrastan con las 208 obtenidas por cuba, con una población de 12 millones de habitantes— conquistadas en Juegos Olímpicos, 13 han sido en esta especialidad.

Y que contrasta con sólo una obtenida –de oro, por cierto– por el deporte nacional por excelencia en nuestro país: el falaz futbol, por obra y gracia de la maldita divinidad, la telementira, Televisa, propiedad de Emilio Azcárraga Jean. Fue en Londres 2012, tras vencer en la final a Brasil.

Los deportes que más medallas olímpicas han dado a México, después de las ganadas en clavados, siguen boxeo, 13, atletismo, 10, ecuestres. 7,  y taekwondo, 6.

Se encuentran a años luz de lo conquistado por la Decepción Nacional de Televisa.

Hay un ex medallista olímpico, de los pocos sobrevivientes de VIH-SIDA en el mundo, de 54 años de edad, quien provocó esta agorera reflexión –quien sí sabe de qué lado masca la iguana, en cuanto a clavados se refiere.

Incluso  no tuvo empacho en desvivirse en elogios para la escuela mexicana de esta disciplina, que ubicó entre las tres mejores del mundo, con la china y la alemana.

Más no mencionó a su país: De las Bardas y las Estrellas.

Nombre: Greg Louganis.   Ganó de cinco medallas olímpicas, cuatro de ellas de oro, en Los Angeles 1984 y Seúl 1988, y 47 títulos nacionales, da pláticas a personas enfermas de SIDA y niños.

Todavía se recuerda cuando reveló, en febrero de 1995, su contagio y que ya estaba infectado cuando ganó dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.

Causó revuelo internacional su participación en esa justa, pues al momento de tirarse un clavado pegó con la cabeza en la tabla, resultando herido.

Debido a que todavía no quedaba claro cómo se podrían contagiar esa enfermedad, se creyó que corrían riesgo los demás clavadistas al entrar en contacto en del agua con la sangre del deportista.  

Hizo pú­blica su homosexualidad, poco antes de competir en la olimpiada coreana. Se fue a vivir con su pareja. Previo a la justa olímpica, el compañero del medallista enfermó.

Tenía Sida.

Llamó mi atención, como albañil de la palabra, una entrevista realizada a por el diario El Universal a Louganis. Porque era un filón de oro periodísticamente hablando, y aplanaron al personaje, donde se trasluce que hay homofobia del editor, creo de apellido, Pirrón  o Pirrín. O del mismo dueño del diario, Juan Francisco Ealy Ortiz.

O de ambos dos. 

Nunca se toca el tema del SIDA.

Considerada leyenda mundial de los clavados, Greg –cuando faltan dos semanas para que comiencen los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Veracruz– que el trabajo realizado por México los últimos años, en esta disciplina, le ha permitido ser reconocido como potencia en el orbe.

En las medallas que ha conseguido México en diversas competencias de clavados, aseguró, se refleja el su incansable labor.

Afirmó que, en comparación con el país Cara Pálida, tiene programas adecuados para mantener si nivel competitivo, incluso mejorarlo.

“México ha hecho un tremendo trabajo”,  elogió.

Sostuvo que gran parte del éxito y prestigio de los clavados nacionales obedece a la inversión en el desarrollo del tanto de niños y adolescentes.

“Con los jóvenes el nivel de la Federación –Mexicana de Clavados—ha subido su nivel internacional. Esto es importante porque en los Juegos Olímpicos de Río 2016 competirán con un buen equipo, que con talento juvenil representará bien al país”.

Agregó:

“México ha progresado mucho, le han inyectado dinero y esto se ve en los resultados alcanzados a nivel mundial”.

Miembro del Salón de la Fama Internacional de los Deportes Acuáticos, Louganis, es un conocedor de la escuela mexicana de clavados, gracias a los duelos que sostuvo con los medallistas olímpicos, Carlos Girón y Jesús Mena –actual presidente del Jarrón Chino, es caro y sólo está de adorno, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte. 

Incluso, elogió el trabajo de Iván García y Germán Sánchez, referentes en los que se cifró esperanzas de preseas olímpicas.

“México ha tenido grandes clavadistas. Ultimamente Fernando Platas –ya retirado–y Paola Espinoza. Pero pienso que en Germán e Iván hay posibilidad de presea”, pronosticó.

Lamentó que su país se haya rezagado en esta disciplina.

“Estados Unidos necesita regresar a los modelos nacionales de entrenamientos. Muchos de los jóvenes que están compitiendo necesitan ser entrenados mejor, para que puedan competir al nivel de los demás países como China y México, Alemania y con los demás increíbles programas alrededor del mundo. Y de esa manera lograr tener presencia en el escenario mundial”.

Añoró los tiempos que le tocó vivir como atleta, pues tenía la base de cuatro centros de entrenamiento olímpico, encabezados por los entrenadores Ron O´Brien, Dick Kimball, Hobie Billingsley, y Bryan Robbins o Mike Brown, en Texas.

“Todo eso se ha perdido, pero creo que se podría retomar”, confió.

Con China, como máxima potencia mundial en clavados, Greg da algunas recomendaciones a México y Estados Unidos para que puedan estar a su nivel.

“Que los lugares donde practican estén bien en óptimas condiciones. Que existan mejorar en las plataformas y que cuenta con tecnología avanzada. Se necesitan que las locaciones estén aptas para que desde niños desarrollen su potencial”.       

En internet hay una perla periodística sobre Louganis. Está en la página de ESPN, Martha Guerra le hizo una interesante entrevista, previa a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Aquí un extracto de ella, titulada ‘controvertida leyenda olímpica’, que comienza con el trauma de saberse portador del VIH del que logró reponerse para llegar a ser uno de los mejores clavadistas del planeta.

–¿Sería el momento de decirle al mundo esa verdad que lo tenía muerto en vida? 
–Fue un verdadero shock para la gente saber que estrellas del deporte, como Magic Johnson –ídolo del basquetbol– y yo éramos portadores del virus… de verdad que fue complicado. Creo que ahora, con la información y los avances médicos, se ha logrado vencer un poco los prejuicios, pero falta mucho por caminar.

Añade:

“Recuerdo que en la entrevista con Bárbara Walters, cuando hablamos del problema la gente cambió su percepción sobre mí. Y, sí, me fue difícil encontrar mi camino. Pero creo que ahora hay más educación sobre el SIDA y parte de mi labor hoy día es, precisamente. Enseñarle al mundo que se puede seguir adelante”.

–¿Cómo se concibe a sí mismo Greg Louganis, el clavadista?
–Se dice que tengo los mejores récords, aunque yo siempre sentí admiración por Dibiasi (Klaus, italiano) era un clavadista fuera de serie que me inspiró y uno de mis mejores recuerdos fue competir frente a él, en Montreal 1976… yo apenas empezaba. Pero a partir de ese momento me di cuenta que podía llegar a los más altos niveles en mi deporte.

–¿Y el ser humano?
–El deporte te da la disciplina para ser un triunfador y eso influyó, incluso en mi para enfrentar la adversidad de una enfermedad que es realmente impactante para cualquiera… soy una persona feliz. Es un estado de ánimo que tiene que ver con desarrollar lo que te gusta y yo soy feliz haciendo obras de trato, trabajando con grupos de niños y apoyando la causa de vencer al virus… sí, me considero afortunado.

–¿Cuál es el mejor recuerdo que tiene sobre la plataforma y el trampolín?
–Probablemente en los Olímpicos de 1984 creo que tiré mi mejor serie de clavados. Porque en 1976 apenas contaba 16 años y no podía creer que estaba ahí. En Seúl 1988 acababa de recibir la noticia de mi enfermedad y los chinos estuvieron presionando mucho. No lo disfruté tanto y como se sabe, sufrí aquella aparatosa caída.

–¿Cómo se le hace para sufrir ese golpe, que se traduce en algo más moral que físico y regresar para vencer en la prueba?

–Mi entrenador fue clave, Ron O´Brian fue mi apoyo y mi ídolo…. no sé de donde te sale la fuerza para regresar, pero logré calmarme y concentrarme, superar el daño mental… ¡eso fue lo más complicado!… pero tenía que recuperar mi confianza.

–¿Qué opina de que hoy día los campeones ganan muchos dólares, aún sin tener su calidad?

–No sé. La verdad es que no lo pienso. Me alejé mucho del deporte y ahora paso mucho tiempo en el teatro, entrenando perros y considero que me va bien…. En cuanto a lo actual, ahora sí quiero estar cerca de lo que ocurra en Atenas y entonces veré de qué me he perdido en los últimos años. Bromeó.

–¿Tampoco está muy enterado de los casos de dopaje que hoy día son cada vez más comunes?

–Esa palabra no me agrada… pasé tantos años en exámenes anti-doping, que no quiero saber de ello… Lo cierto, es que siempre consideré que, debe ser la fuerza del espíritu lo que debe predominar en la justa olímpica.

–¿Qué opinión le merecen los clavadistas mexicanos?
–Han habido muy grandes, Joaquín Capilla, Carlos Girón, contra quien me tocó competir y de hecho me venció aquí en México en una Copa FINA (Federación Internacional de Natación), Jesús Mena… todos campeones olímpicos y creo que nos identificamos en algo: los mexicanos, como yo, siempre tuvimos la meta de buscar y lograr la gracia y belleza en nuestras ejecuciones y eso siempre sensibiliza a los jueces.

–¿Greg es feliz?
–Creo que encuentro mucha felicidad en mis perros, en una película independiente que filmé, y acabo de terminar una obra de teatro en Los Angeles… en fin, sigo haciendo muchas cosas que me satisfacen.

“Quiero hacer mucha labor por los niños… si son nuestro futuro, hay que ayudarles a superar las dificultades que tienen que ver con su autoestima, ayudarlos a valorarse y habrá menos drogas y violencia… en eso sí soy optimista”

–¿Dios existe para Greg Louganis?
–Si… creo.

Los clavadistas mexicanos, con boxeadores, taekwondines y atletas, son el pilar del frágil edificio del deporte nacional, que parece cuartearse cada Juegos olímpicos.

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