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¡Basta! Clamor social

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Yo Campesino

Miguel A. Rocha Valencia

¡Ya basta! Es el clamor que la sociedad y organizaciones civiles hicieron sentir con mayor énfasis la semana pasada y, en respuesta, se escuchó una enérgica denuncia y advertencia de parte de quienes son responsables de la administración pública del país.

 

Lo mismo el Presidente Enrique Peña que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, alzaron la voz, el primero, como no se le había escuchado para insistir en que se respetarán los derechos y se continuarán investigaciones conforme a derecho, especialmente en el caso de los desaparecidos de Guerrero, donde, afirmó, han surgido intereses que pretenden enturbiar más las cosas e impedir la marcha del país.

Ambos funcionarios fueron severos al advertir que no se permitirá impunidad ni siquiera de aquellos que “colgados” de un reclamo legítimo, transgredan la ley.

Eso es importantísimo porque los hechos suscitados en torno a las desapariciones, son las que más enturbian y causan conflicto, como los encapuchados que destruyen, queman, matan, o los que toman instalaciones públicas para medrar y sostener movimientos que como ellos, son anónimos y no se identifican plenamente a qué móviles responden.

Tampoco se vale que a partir de autonomías se generen ínsulas intocables donde prive la ley de la selva, del más fuerte y no pueda actuar la autoridad.

De tal suerte que es urgente, como incluso lo reclama la Conferencia del Episcopado mexicano, poner orden y si es necesario, aplicar métodos que hagan saber que hay límites, de hecho, la ley los prevé, pero nadie se atreve a aplicarlos.

Es como en el caso de los niños malcriados a quienes las modernas teorías indican no tocar ni con el pétalo de una rosa y vemos cómo desobedecen, patalean y hacen berrinche, simplemente porque no se les marcan límites, “como antes” en que la nalgada oportuna nos hacía entender que debíamos respetar a nuestros mayores, empezando por los padres, a los demás, estudiar, respetar la ley; había normas cívicas que hoy, simplemente no existen.

Y todo porque como sociedad y en familia, nos hemos vueltos tolerantes; hemos elevado a nivel de ley  nuestro derecho a drogarnos, a disponer de la vida de terceros que no se pueden defender, de nuestra sexualidad aunque sea contra natura, a encapucharnos y agredir incluso con  salvajismo y hasta la muerte a representantes de la autoridad, y todavía exigir que nos “respeten nuestros derechos”.

Alcanzamos el cinismo de quemar, robar propiedad pública y privada convirtiéndonos en héroes de movimientos y luego acudir a las instituciones a exigir ¡Justicia! A pedir que se aplique la ley, a la no prevalencia de la impunidad.

Claro eso sólo sucede cuando encontramos una autoridad incapaz por omisión, complicidad o medrosa en el cumplimiento de sus responsabilidades.

Por eso, es tiempo de saber de qué están hechos quienes gobiernan el país. Si están ahí para hacerse cargo de toda una Nación o sólo llegaron para sentarse, dejar pasar y obtener todo lo que implica el máximo poder.

Es tiempo de que nos hagan saber si tienen capacidad, arrestos para cumplir a los mexicanos y devolvernos la paz, el estado de derecho que todos clamamos para de ahí, como lo establece el artículo tercero Constitucional, desarrollarnos en paz y armonía. Sin esto último, no puede haber crecimiento.

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