Ágora Deportiva
Jesús Yáñez Orozco
Pareciera que en mundillo del balón nada pasa, política, social o económicamente hablando, cuando hay un torneo internacional de futbol.
Todo lo eclipsa el esférico.
Salvo excepciones.
Así ocurrió con la tocata y fuga –la segunda en casi 15 años– de Joaquín Guzmán Loera –mi ídolo favorito– el sábado pasado del penal de alta inseguridad, de Almoloya de Juárez.
En el marcador se observa en la frente del presidente Enrique Peña Nieto: Chapo 2 Seguridad Nacional 0.
Tras el empate 0-0 con Guatemala –de sólo 16 millones de habitantes– en domingo, los 11 tripulantes del Tritanic –irremediables campeones de la derrota– por lo que se vio en la cancha, estaban impresionados por la noticia de la fuga de El Capo la noche previa.
Tanto que nunca dieron pie con bola.
Ni la bola con el pie.
Tampoco hicieron un túnel a sus rivales a los largo de 90 minutos. En cambio, El Chapo se descubrió como un eficaz arquitecto en cómo hacerlos.
Es más: se les miraba desencajados a los integrantes de la Desesperación Nacional. Igual o peor que se veía a EP(inochet)N en París, durante una visita oficial, con varios centenares de rémoras, eufemísticamente llamados invitados especiales, a costa del erario.
El bombardero, Carlos Vela, reconocido en el futbol de España como uno de los mejores jugadores de la liga, fue una pálida sombra con el balón a sus pies.
No ató ni desató, pese a su esfuerzo.
Y hablando de un delincuente, ensombrecidos por la sombra del oaxaqueño árbol del Tule de la corrupción — en el seno de la Mafia-FIFA-Mafufa– los Ratones Verdes Desnutridos, son el único equipo del continente que tiene el don de la ubicuidad: juega torneos en las dos –de las cinco– confederaciones que conforman la FIFA sobre las que se ciñe la espada de Damocles del FBI Cara Pálida:
La Copa América, de la Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol), y la Copa de Oro, de la Confederación Norte Centroamericana y del Caribe de Futbol (Con-caca-f).
El Buró Federal de Investigaciones, por presunta corrupción, llevó a la cárcel a una parte de la elite del máximo ente del balompié mundial, al que se aferra, como si fuera la última Coca-Cola del desierto, el suizo Joseph Blatter.
Casi todos relacionados con ambas confederaciones americanas.
Miguel Herrera desdeñó el torneo sudamericano y se llevó un equipo alterno. Tuvo la peregrina audacia de afirmar que sus Roedores Piojetes Reumáticos disputarían, cuando menos, la final.
Y, bueno, fue el primer equipo en ser eliminado.
Para, el torneo que se realiza en el país de las Bardas y las Estrellas –partidos “moleros”, calificó el técnico Ricardo Ferretti, lo que juga el Tridolor allá, más que por títulos, van a la pizca del balón: dinero– determinó llevar una especie de Dream Team que le garantizaría el título por adelantado.
Casi “caminando”, como dijo alguna Ricardo La Volpe.
Mas, luego de comenzar con una victoria 6-0 sobre Cuba –goleada pírrica– igualó con los guatemaltecos, para no variar, en un partido infumable.
Y me quedo con el beneficio de la duda de que siquiera dispute la final.
De ganar el título, mejor me callo.
Sobre todo si en una de las semifinales la de topa con el país anfitrión, los mismos ticos, incluso Panamá. El colmo de los colmos sería que fueran eliminados antes.
La Decepción Nacional de Televisa, alguna vez llamada “gigante de Con-caca-f”, hace tiempo, casi 40 años, que juega en la liga de Liliput.
Basta recordar que en la pasada eliminatoria mundialista, rumbo a Brasil 2014, quedó en cuarto lugar de la Con-caca-f, –debajo de Estados Unidos, Honduras y Costa Rica—y tuvo que disputar el repechaje ante Nueva Zelanda, para obtener su pase.
Como si estuviera eternamente maldito –gracias a los dueños del balón en México– al Tritanic lo persiguen los demonios.
La Decepción Nacional de Televisa anda de capa caída. Nunca en su historia se había despertado en el lugar 40 de la clasificación de la Mafia-FIFA-Mafufa, anunciada en días pasados, que comenzó a difundirse en 1993.
Descendió 17 lugares, de golpe y porrazo, tras su eliminación de la Copa de América.
Diez, una página web, difundió previo al inicio del torneo balompédico avalado por la Con-caca-f, un texto que llamó mi atención.
Se titulado la Copa Oro y las cosas que deberías conocer del torneo más extraño del mundo, firmada por Claudio Martínez, reportero del Diario Hoy.
Plantea:
A nivel de selecciones nadie le quita a la Copa Oro el título de torneo más extraño del mundo. ¿Por qué?
Sobran razones y aquí se enumerarán, muchas de ellas a causa de privilegiar lo económico por sobre lo deportivo.
1.- Sede única
La Copa Oro es a la Concacaf lo que la Copa América es en Sudamérica o la Eurocopa en Uefa, por citar unos casos.
¿Se imaginan que todas las Copa América se disputasen en Chile o todas en Brasil?
¿O que las últimas 10 ediciones de la Eurocopa se hayan realizado en Alemania?
Pues eso es lo que pasa con la Copa Oro, que siempre ha tenido como sede Estados Unidos.
En dos ocasiones, 1993 y 2003, compartió con México.
Y en la actual habrá una jornada que se juegue en Toronto, Canadá.
Sí, Estados Unidos tiene estadios y poder económico, pero hay otros (países) que podrían organizarla.
Para la Copa Africana, aún con sus problemas, han sido sedes Malí, Angola, Ghana, Gabón, Guinea Ecuatorial.
Lo mismo en Asia. Incluso en la Copa de Oceanía, aplicando la misma lógica solo podrían organizarla Australia (ahora se pasó a Asia) y Nueva Zelanda, pero hubo ediciones con sedes en Tahiti (2000) e Islas Salomón (2012).
2.- Más sedes que participantes
Único caso en el mundo en que un torneo tiene más sedes (13) que equipos participantes (12). De hecho, esta Copa Oro tiene más sedes que el Mundial de Brasil 2014, que tuvo 12, las mismas que tendrá Rusia 2018.
Eso implica que ningún equipo jugará más de un partido en un mismo estadio, lo que obliga a las selecciones a no tener una base de entrenamiento fija y, por lo contrario, estar volando todo el tiempo, juego tras juego.
Otra curiosidad: una de las jornadas se jugará en Toronto, en pleno desarrollo de los Juegos Panamericanos. Los partidos se disputarán en el BMO Field, que por esos días se usará para los juegos de rugby seven de Toronto 2015.
3.- Canadá, siempre clasificado
Mientras los equipos del Caribe y de Centroamérica tienen que jugar una eliminatoria previa para clasificar a la Copa Oro, los tres representantes de Norteamérica tienen el boleto asegurado.
Se entiende el privilegio hacia Estados Unidos (5 títulos) y México (6 títulos), pero es inexplicable lo de Canadá.
Lo primero que surge es que recibe boleto directo porque no tiene rivales para eliminarse, a menos que lo pongan a competir con Centroamérica y el Caribe.
Pero su nivel en la última década y su Ranking FIFA no justifican que sea mejor que Costa Rica u Honduras, por ejemplo, que no tienen boleto asegurado.
Un argumento por el cual Canadá tendría el boleto directo eterno sería –nadie lo ha dicho- por su condición de campeón: lo fue en la edición del año 2000.
Pero de ser así, cualquier otra selección campeona debería tener el mismo derecho en caso de ganar la Copa Oro.
4.- El sorteo que no es sorteo
Un clásico de la Concacaf. Mientras que en la mayoría de torneos importantes el sorteo de los grupos es público y televisado, como el Mundial, Champions, Eurocopa, etc, aquí no interviene tanto el azar.
Más que sorteo, lo que se hace es “acomodar” los grupos según la voluntad de unos cuántos, que deciden en un cuarto cerrado quién va a qué grupo.
Lo único que hay son cabezas de serie. Y una vez se acomodan el resto, se hace una conferencia de prensa para anunciar cómo quedaron los grupos.
5.- Premios fantasma
A días de comenzar el torneo, el premio económico para el ganador de la Copa Oro, así como para el subcampeón y el resto de participantes sigue siendo un misterio, como siempre.
No pasa eso con la UEFA, que con tres años de anterioridad ya anunció que para la Euro 2016, a realizarse en Francia, repartirá 414 millones de dólares, de los cuales 37 serán para el campeón. La Conmebol oficializó tres meses antes que entregaría 50 millones a repartir en la Copa América, con 6.5 millones para el campeón. La cifra de la Copa Oro siempre fue baja, sobre todo teniendo en cuenta los jugosos ingresos por venta de boletos.
Un buen ejemplo ocurrió en 2011, cuando México se agenció la miserable suma de $ (dólares) 200,000 por ser campeón al vencer a Estados Unidos ante 93,000 personas en el Rose Bowl.
6.- Se juega cada dos años
A contramano del resto de las Confederaciones, la Copa Oro sigue realizándose cada dos años. Solo la Copa Africana de Naciones –que tampoco es un ejemplo- sigue esa línea. El resto lo hace cada cuatro. Eso hace que el campeón no consiga el boleto directo a la Copa de Confederaciones Rusia 2017 sino medio, que dirimirá con Estados Unidos, campeón de la edición 2013, en una final. El disputarla cada dos años también tiene otro problema: la edición que se juega previa a los años de Mundiales (2009 y 2013, por ejemplo) cae en medio del hexagonal final y la mayoría de los participantes envían un equipo B.
7.- Juegan no afiliados a la fifa
Es común que selecciones participen selecciones que no juegan eliminatorias por no estar afiliadas a la FIFA. Algunas veces han sido Martinica y Guadalupe, que dependen de la Federación de Francia. En esta ocasión tampoco hay invitados, pero ningún otro torneo de selecciones ha tenido tanta participación de países de diferentes confederaciones como la Copa Oro: de Sudamérica, de Asia y de África.
Hay que recordar que por la Copa de Oro –cuyo trofeo, vale decirlo, no es de oro, simplemente está enchapado en oro- han pasado invitados extraños como Brasil, Colombia, Perú y hasta Corea del Sur y Sudáfrica.
En ese sentido, es tan raro como ver jugar a Japón en la Copa América (1999).
8.- El local no es local
Que se juegue siempre en los Estados Unidos no necesariamente representa una ventaja para el equipo anfitrión. Ha pasado en más de una ocasión que los estadounidenses han sido “visitantes” en su propia tierra.
Jugar contra México en Los Ángeles, contra Honduras en Houston o contra El Salvador en Washington DC los vuelve minoría.
Otra cosa que se repite es que los partidos decisivos de fase de grupos, es decir la tercera jornada, no se jueguen simultáneamente como hace FIFA en todas sus competiciones para evitar especulaciones.
Al igual que la Copa América, aquí hay equipos que saldrán a jugar con el resultado del partido anterior ya conocido, lo cual se presta para algunos “pactos” siniestros.
9.- La liga local no se detiene
A pesar de que 18 de los 20 equipos de la MLS tienen al menos un jugador en Copa Oro, la liga local no se detendrá, algo impensado en cualquier otro torneo continental.
Mientras se juegue el torneo de selecciones, la MLS seguirá su programación habitual. Es más, hubo ediciones, como la del 2003, en las que se dieron triples jornadas donde se mezclaban partidos de Copa Oro y MLS.
Una de esas ocurrió el 16 de julio de 2003, cuando jugaron Cuba-Costa Rica, luego New England-Dallas Burn y cerraron con El Salvador-Martinica.
10.- Se puede cambiar el 25% del plantel en medio del torneo
Entre las excentricidades de la Copa Oro figura en el reglamento que aquellos equipos que avancen a la siguiente fase pueden hacer hasta seis cambios de jugadores.
Sí, 6 futbolistas: es decir más del 25% de la plantilla. Ni un Mundial, que son más partidos y dura un mes, contempla esa posibilidad.
Solo en caso de lesión grave se permite el reemplazo.
Eso no sucede ni siquiera en la liga donde juega el Atlético San Pancho.
¿Peor?
Imposible.
Sea por Dios.
@kalimanyez
