Columnaria
Juan Chávez
Si existía duda sobre la expansión del islam en el orbe, en los tiempos que corren, y con los atentados contra Nueva York, Madrid y París, se da la certeza de que su esparcimiento es por la fuerza.
Francia, tras los atentados yihadistas del viernes pasado, con 129 muertos, no se frenará por nada, aseguró el presidente Hollande. Seguirá con su vida social y económica, sin miedo al terrorismo, y dispuesta a aplastar al Estado Islámico asentado en territorio de Siria.
Hollande ya estableció alianza con Putín, su homólogo ruso, para ir juntos, con las poderosas armas con que cuentan (incluidas las nucleares), contra los terroristas que asolan Siria y han originado el éxodo de miles de sirios a países de Europa. El 26 de noviembre, en Moscú, darán forma a la coalición.
En esa monstruosa salida de sus tierras, miles de sirios han muerto ahogados en su intento por cruzar el Mediterráneo y llegar a algún país de la descuadrada Europa.
Mahoma, que inició la predicación del islam en 622, se asustaría frente a esa guerra santa emprendida por sus fanáticos seguidores.
El islam es una religión abrahámica monoteísta que adora exclusivamente a Alá, sin copartícipes ni intermediarios, salvo Mahoma, que fue el profeta que, sin saber leer ni escribir concibió el Corán que le dicto el ángel Gabriel para conformar la nueva religión que compite con el cristianismo, cada día más fracturado.
De cualquier forma ambas religiones provienen de la misma fuente: de Abraham que precisamente, siguiendo el mandato de su dios, el más antiguo en ser venerado, Yavé, abandonó la tierra de Siria donde vivía con su esposa Sara y sus seguidores, para comenzar el largo peregrinar por “la tierra prometida”.
Hoy, los creyentes en Alá son más de mil 300 millones y superan a los católicos que se calculan en mil 100 millones.
Como quiera que sea, son los radicales yihadistas los que quieren extender su credo islámico, traicionando sus cinco pilares (fe, oración, limosna, ayuno y peregrinación).
Según estimaciones de los cuerpos de inteligencia de Francia y Estados Unidos, son el grupo terrorista “más rico del mundo”. Manejan, en efectivo, más de dos mil millones de dólares y siguen recibiendo más recursos de distintos países.
Esto último es el meollo. El mundo sembrado de mezquitas apoya con dinero a los musulmanes yihadistas para extender la creencia en Alá al planeta entera.
Es la guerra santa de todas las guerras santas que le han antecedido. ¡Dios nos guarde a todos!, diría el papa Francisco.