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Salvador Flores Llamas

Margarita Zavala es el mejor activo de Felipe Calderón para controlar de nuevo el PAN, y sin duda está atrás de ella en su aspiración presidencial; negarlo sería insensato.

 

El expresidente y la exprimera dama traen un juego similar al de Bill Clinton y Hillary: que las consortes ocupen la primera magistratura de su país, que ya detentaron sus esposos.  Ambas tienen méritos para ello.

En Margarita lo mayor no es su carrera política propia, como quieren hacer aparecer, sino las simpatías que ganó con la discreción con que actuó como esposa del presidente, frente el protagonismo de Marta Sahagún, que decía cogobernaba con su marido Vicente Fox.

Las simpatías que ganó la señora Zavala son enormes, quizá las mayores logradas por las consortes de nuestros mandatarios: discreción, sencillez, sonrisa a flor de labio, actuar como hijo de vecino, sin ostentaciones ni prepotencias.

Margarita obtuvo ascendiente entre informadores y medios aun opuestos al PAN, y con esos cimientos ella y Felipe desean construir una candidatura presidencial avasalladora, que se imponga al PAN, como Vicente Fox, ante quien los azules no tuvieron sino adoptarlo de candidato presidencial, so pena de sufrir estrepitoso fracaso si lanzaban a otro gallo.

En realidad la carrera política de Margarita es corta: asambleísta del DF,  diputada federal y consejera nacional del PAN; puestos que empleó para ganar adeptos, lo que se le da naturalmente.

Por desgracia, bajo su amparo se desató un gran nepotismo, liderado por su hermano Juan Ignacio y su prima-hermana Mariana Gómez del Campo.

Aquél cobró en muchas dependencias federales de comunicólogo-asesor, especialidad que le aceptaron sin más mérito que ser el primer cuñado del país, y hoy lo tiene de asesor el elbista Rafael Morreno Valle, gobernador de Puebla, como su abuelo, que también aspira a abanderar al PAN en 2018, pero sin méritos ni trayectoria panistas.

Cuando a Juan Ignacio se le acabó la asesoría en el Senado, al dejar Ernesto Cordero la coordinación azul, dijo que se salía del PAN porque éste volvería al poder hasta 18 años después, y si su hermana o su actual patrón llegan, de seguro olvidaría esa perorata.

De Mariana baste señalar su rápida carrera política en el sexenio del primo: lideresa del PAN  en el DF, asambleísta, diputada federal, senadora, cargos que le sirvieron para lograr favores de los poderosos (de los partidos que fueran) para ella y su parentela.

E implantó un cacicazgo en el PAN capitalino.

Hay alguna garantía de que eso no ocurrirá si Margarita llega a Los Pinos?

¿Quién asegura que Felipe no influiría en Margarita de presidenta, como quieren hacernos creer?

Simplemente es imposible, por el afán de poder de Calderón, demostrado en que quiso prolongar su influencia después de su mandato, al tratar de imponer como su sucesor a Ernesto Cordero, y al perder la candidatura presidencial del PAN ante Josefina Vázquez Mota, la saboteó pues sabía que ella no se dejaría mangonear.

Decir esto causa escozor a los calderonistas, pero los hechos hablan.

Pese a todo, será difícil derrotar dentro del PAN el planteamiento de la pareja Margarita-Calderón, por falta de contrincantes de peso, pues el más aventajado es el gobernador poblano Moreno Valle, que se ha rezagado últimamente, amén de que no convence como converso a muchos panistas.

A Gustavo Madero ni quién lo vea de candidato presidencial; tampoco al joven presidente panista Ricardo Anaya, quien, por cierto, aún no ha dicho si se lanzará y se queda en fintas.

Todo indica, pues, que Margarita será la abanderada azul en 2018, y si el PAN la rechaza, ya anunció que se lanzará de independiente, y ahí contarían mucho las simpatías y ascendiente que conquistó como discreta y amable primera dama.  

@chavafloresll

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