Por la Espiral
Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Si 2015 fue cismático para buena parte de los mercados accionarios este año podría ser catastrófico, si las ráfagas de volatilidad persisten el resto de los meses por venir.
Y esto no es para que nos alegremos ni siquiera les recomiendo esbozar una sonrisita burlona a todos los apóstatas del libre mercado ni de las operaciones bursátiles.
En esta marejada, alguien, algunos, muchos, están perdiendo dinero y no únicamente hablo de los presidentes de los Consejos de Administración de las empresas bursatilizadas ni me refiero a los accionistas mayoritarios, lo hago en alusión a que ante cada nueva bajada de la Bolsa se ahoga cierta proporción de la riqueza de los ahorradores que dejaron hace tiempo la renta fija para irse a la variable.
Claro y es que a esa trinchera se ha desplazado bastante dinero de los ahorradores acostumbrados al pago de un interés mensual en sus depósitos, pagarés y otros instrumentos de renta fija, y que ante el desplome en las tasas de interés sus propios ejecutivos de cuenta “les recomendaron” con todo don de persuasión trasladar su dinerito hacia fondos de inversión que en su mayoría tienen paquetes mixtos donde la renta variable predomina.
Esa misma renta que ahora baila dando tumbos después de una borrachera cuya resaca no logra superar y se mueve al compás de un cambio de ritmo con movimientos suaves -por momentos- y trepidantes -en la mayoría de las veces.
Peor todavía es la cantidad de ahorradores -como usted, como yo- que han confiado en los fondos de inversión siguiendo incautos las sugerencias de otras personas (fundamentalmente avezados asesores y ejecutivos de cuenta).
De que se la han jugado se la han jugado porque con cada caída sucumbe una porción de sus ahorros, a ello los expertos dirán: “Sí pero el mercado tarde o temprano remontará”.
En esencia el maremoto bursátil se atisbaba mucho antes de que la Reserva Federal subiera finalmente sus tasas de interés; y eso implicó el movimiento de fichas en el tablero de los grandes inversores para trasladarse hacia la renta fija, posicionarse en dólares y en bonos.
Los que más han perdido son quienes diversificaron poniendo una parte en renta variable y otra en commodities esencialmente en petróleo porque sus pérdidas son vertiginosas y tendríamos que esperar cinco o diez años para ver otro cambio de ciclo y tener entonces la paciencia… menuda paciencia, de aguardar por recuperar la inversión original.
El contexto actual avizora la vuelta a los valores refugio en bonos y otros títulos en renta fija así como en oro y plata; y visto lo visto, los que ahora se salgan del mercado tendrían que aceptar un bolsillo artrósico dispuestos a perder un 30% de su inversión original o bien esperar al muy largo plazo y atenerse entonces al cobro de dividendos.
A COLACIÓN
El año pasado la Bolsa de Madrid fue una de las peores valoradas y más castigadas dentro del parqué europeo a tal punto que el Ibex 35 bajó un 7.15% como evaluación anual.
Un contraste visible, si se le compara con la Bolsa de Milán que subió un 12.66% o con la de Fráncfort con un avance del 9.56% o la de París cuyo índice el CAC ascendió un 8.53% en 2015.
En América Latina, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) marcada muy sonoramente por cuanto acontece allende las fronteras, el IPC obtuvo un magro comportamiento negativo anual con una caída del 0.39% que deja de ser tibio si observamos que el precio en dólares del índice bursátil retrocedió 14.7 por ciento.
La verdad es que sí hay nerviosismo e inquietud en el ahorrador promedio que ha creído en los fondos de inversión (al menos en España el 12.3% de las familias tienen su riqueza financiera en fondos) y se hunde con cada batacazo.
Los mercados bursátiles se mueven y responden a estados de ánimo, a falta de certezas, las oleadas de compras y ventas provocadas por los grandes tiburones financieros engullen el dinero de familias, jubilados, trabajadores comunes…los pececitos en esta marea revuelta.