Columnaria
Juan Chávez
De los arrepentidos, inscribió Jesús en sus prédicas, es el cielo de Dios.
Hay en el Reino Unido, millones de ellos tras haber dado aliento a su famoso brexit que tiene a la finanzas mundiales detenidas con alfileres en el panorama global y piden nuevo referendo para dar marcha atrás.
Escocia, por lo pronto, ya negocia con la Unión Europea se le mantenga dentro del grupo y su primer ministra anuncia “independizarse de Gran Bretaña”.
Igual pasa con Londres, donde 62% de la población voto por mantenerse dentro de la Comunidad y ahora respinga y deja entrever la vía de la separación del Reino Unido.
Es la juventud inglesa la que más protesta y culpa a los viejos por la decisión de abandonar la UE.
Hay, como en 1968, un enfrentamiento generacional. En aquel año tronó en París el “prohibido prohibir” que luego se extendió a todas las juventudes del mundo y tuvo en México un dramático fin con la matanza de Tlatelolco.
La ensalada mundial ahora no está para “un comes y te vas”…
Inglaterra aporta el 17% del presupuesto de la Unión Europea y a lo mejor por eso, la jefa del gobierno de Alemania ha declarado que no hay prisa para que el Reino Unido “se vaya”.
En realidad, Inglaterra sigue en la Comunidad con todos sus derechos y prerrogativas.
Depende de cómo le vaya en su política interna y si resiste la independencia de Escocia y los reclamos de su “juventud herida” que siente que el brexit le cercenó el futuro, Gran Bretaña va a responder.
Hay que ver en este gran tropiezo del primer gran intento de un mercado común, de todos modos, el destrozo de los sueños del hombre por la unidad comercial, por lo menos.
500 años antes de Cristo, Alejandro Magno, imbuido por el ideal de su padre Filipo, rey de Macedonia se lanzó a la conquista del mundo de entonces y lo sometió bajo la consigna de un solo gobierno y una sola religión.
Hoy, que la economía es la religión, nadie quiere comulgar. Los fríos ingleses, destrozadores del catolicismo ya le hicieron el primer gran feo… y el mundo tiembla y tiembla.