POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
Los más recientes resultados electorales en España pueden convertirse en la versión de una cinta de suspense gracias a un sistema de sufragios conformado de tal forma que el candidato ganador si no cuenta con la mayoría se ve imposibilitado para gobernar a menos, claro está, que lo haga sumando alianzas y pactos con otros partidos.
Para Mariano Rajoy, presidente en funciones y de nueva cuenta candidato del PP y el más votado en las pasadas elecciones del domingo 26 de junio, reasumir el poder -por otros cuatro años- se le está transformando en la versión terrorífica de “Pesadilla en Carrera de San Jerónimo” sitio que alberga el Congreso de los Diputados donde debería salir investido.
España amaneció con un sabor agridulce en la boca porque ni con todo el apoyo en las urnas que recibió el PP, ni así logra romper el bloqueo que tiene atrapada a la nación ibérica desde el 20 de diciembre pasado, cuando en las primeras elecciones generales también el resultado le favoreció pero a no tal grado de permitirle gobernar sin coaligarse con otros partidos.
Han pasado seis meses, se han vuelto a repetir las elecciones y el desasosiego es enorme porque los españoles confieren en las urnas sus sufragios a favor del partido que les ha gobernado en los últimos cuatro años pero siguen quedándose cortos para que por sí solo consiga la mayoría absoluta de los 176 escaños.
En las elecciones del 26 de junio ninguno de los partidos contendientes mejoró tan significativamente su posición respecto del resultado del 20 de diciembre pasado salvo uno: el PP que obtuvo 14 banquillos más al alzarse con una victoria de 137 escaños mientras que en diciembre logró 123 representantes.
Además los populares refrendaron ser la primera fuerza municipal en el tejido nacional dominando en 5 mil 386 municipios mientras que el PSOE lo hizo en 1 mil 244; los socialistas en cada nuevo llamado a las urnas van desinflándose más y más a tal grado que Andalucía -el bastión histórico socialista- va pintándose de azul porque el PP les ha arrebatado votos y escaños.
España sigue basculando hacia un modelo de centro-derecha toda vez que ha evitado el sorpasso amenazante de la izquierda radical que daba por hecho enviar al PSOE al sótano como fuerza tercerista.
A COLACIÓN
En pleno verano 36.5 millones de españoles volvieron a las urnas con las chanclas y el bañador puestos aunque el desencanto se tradujo en una caída de la participación en siete puntos respecto de la asistencia a los colegios electorales del 20 de diciembre contabilizada en el 58.22 por ciento.
En la justa del domingo pasado, la gente le otorgó 600 mil sufragios más al PP del presidente Rajoy siendo la marca más votada con el 33%, un total de 7.9 millones de papeletas a su favor; para Pedro Sánchez, candidato del PSOE, las heridas de guerra siguen siendo históricas esta vez perdió 120 mil votantes al sumar 5.4 millones de papeletas un poco menos del 23% de los votos.
En tercer sitio, el ambicioso Pablo Iglesias bajo la férula de Unidos Podemos pasa a damnificado luego de ceder más de un millón de votantes respecto del sorpresón del 20 de diciembre.
Podemos Unidos y las confluencias consiguieron un 21.1% del voto con 4.9 millones de papeletas a su favor; ahora se relamen las heridas, Iglesias que ya se veía cascando las nueces del poder y repartiendo ministerios, tiene la baza del tiempo y de la inexperiencia en su contra.
Así como Ciudadanos, la otra marca novel pero ubicada en el terreno centroderechista, su candidato Albert Rivera ha ido perdiendo rápidamente gas perjudicado por una ambigüedad para preferir pactar con los socialistas que con el lindero político-ideológico más acorde con sus posturas. Ciudadanos se dejó 8 escaños sumó un total del 13% luego de perder 400 mil votantes.
Así las cosas el resultado en escaños en el Congreso es el siguiente: PP 137; PSOE 85; Unidos Podemos 71; Ciudadanos 32; Esquerra 9; CDC 8; EAJ-PNV 5; EH-Bildú 2; CCA-PNC 1. En total son 350 escaños y se requieren de 176 votos para investirse en mayoría absoluta en una primera votación.
Que el presidente Rajoy vuelva a ganar las Generales pero no le alcance para gobernar está empezando a intranquilizar a buena parte de la ciudadanía y también de los inversores sobre todo porque otra vez puede erigirse una muralla intraspasable de noes de los otros líderes de los partidos políticos para buscar alianzas y pactos que lleven a Rajoy a formar Gobierno. Y la pesadilla ya dura medio año, empero, amenaza con alargarse…