Infolatam | Efe
“Se trata de ponerle fin al conflicto que ha dejado ocho millones de víctimas mediante unas reformas que son necesarias y que tienen un trasfondo democrático, que van a ser altamente benéficas para el país”, sostiene el senador Iván Cepeda, del partido de izquierdas Polo Democrático.
Cepeda, cuyo padre, el también senador Manuel Cepeda Vargas, fue asesinado en Bogotá en 1994 por paramilitares en una campaña contra la izquierdista Unión Patriótica, cita que Colombia es uno de los países más desiguales y recuerda que, según un censo agrario, el 0,4 % de los propietarios tiene el 40 % de las tierras productivas.
Al igual que otros políticos, Cepeda considera que la paz es un “derecho” que está por encima de otros y todo lo que se haga para conseguirla beneficiará a las mayorías, especialmente a los menos favorecidos que son los que más han sufrido con el conflicto, bien como civiles, militares, policías o guerrilleros.
Pese a que hay una evidente polarización en las campañas por el “sí” y por el “no”, hasta ahora no ha habido violencia, un asunto que tampoco resulta menor si se tiene en cuenta que el país se acostumbró a resolver sus diferencias por la fuerza de las armas.
“Colombia debe refrendar el acuerdo, darle toda la solidez, un apoyo democrático muy amplio”, declaró a Efe el exalcalde bogotano y excandidato presidencial Antanas Mockus, reconocido por sus iniciativas cívicas y uno de los adalides de la campaña del “sí”.
Para Mockus, el argumento más contundente para aprobar el acuerdo en el plebiscito es que “son muchas las víctimas que hemos tenido y muchas las víctimas que podemos evitar”.
Según el informe “Basta ya”, publicado en 2013 por el Centro Nacional de Memoria Histórica, el conflicto ha dejado al menos 220.000 muertos, 5,7 millones de desplazados, 25.007 desaparecidos y 27.023 secuestrados, crímenes en gran parte cometidos por las FARC.
“Cuando ustedes depositan el ‘sí’ y el ‘sí’ gana en el plebiscito, desaparecen las FARC como grupo armado. Ustedes van a salvar vidas. Piensen en eso, piensen en la cantidad de vidas que se han perdido en esta guerra, piensen que puede ser uno de sus hijos, un hermano, un padre”, manifestó el pasado martes el presidente Santos.
Argumentan los partidarios del “sí” que si logran ganar el domingo se silenciarán los fusiles de las FARC, aunque el Estado tendrá que atender otros frentes de inseguridad generados por las bandas criminales, el narcotráfico y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla del país.
Para los partidarios del “sí”, al parar la confrontación se abrirán también nuevas oportunidades de desarrollo para el país pues parte del atraso del campo, donde surgieron las FARC, se debe al hecho de que las condiciones de seguridad no permitían la inversión y la construcción de obras de infraestructura en algunas regiones.
Eso sin contar con que el gasto militar acaparó durante décadas buena parte del presupuesto nacional, relegando a un segundo plano la inversión en educación y salud, una ecuación que el actual Gobierno se ha propuesto cambiar.
Quizás la imagen que mejor retrata los nuevos tiempos que esperan los partidarios del “sí” es que en la firma del acuerdo de paz Santos y “Timochenko” usaron un “balígrafo”, bolígrafo construido con un casquillo de fusil que simboliza, en palabras del presidente, “la transición de las balas a la educación, al futuro”.