Columnaria
Juan Chávez
Frente Amplio y Mancera
Aunque no ha podido con la carga del gobierno de la ciudad dado que sistemáticamente niega que la capital sea insegura, Miguel Ángel Mancera podrá llegar a convertirse en el candidato presidencial del frente amplio que Alejandra Barrales y Ricardo Anaya tienen en agenda común.
Ya dijimos que antes de las elecciones del domingo 4, los líderes del PRD y PAN se reunieron para vicentear la creación de un frente que bien podría agrupar a los partidos para asegurar la derrota de López Obrador en la elección presidencial 2018.
Si hoy fueran las elecciones y PAN, PRI y PRD las jugaran cada uno con su propio aspirante, su descalabro sería inminente ante el tabasqueño.
Las cosas no están como para ir solos el año entrante que también serán elegidos los diputados y senadores del Congreso de la Unión y más de una quincena de nuevos gobernadores.
Amlo ya lanzó su advertencia: no hará coalición con ningún partido de izquierda, salvo con el PT de Alberto Anaya que se le rindió unos días antes de la derrota de su gallina de los huevos de oro, Delfina Gómez en el estado de México.
Románticamente alguien ha llamado estos prolegómenos del 2018, como “la alborada” del año electoral que comienza en septiembre próximo.
Curiosamente también es la “alborada” del año de Hidalgo.
Mancera espera rendir su quinto informe y luego ausentarse de la jefatura de gobierno para desatarse en busca de la candidatura que tendrá que ser ciudadana en primer término y luego, como lo hizo hace seis años, clavarse en el lomo la divisa del PRD.
En ese juego, si el frente amplio ya está consolidado la divisa entonces tendrá los colores del arcoíris por la suma de los partidos que agrupe, incluido, a lo mejor, el PRI mismo.
El PRI no ganaría con Osorio Chong ni tampoco con el ex rector y actual secretario de Salud, José Narro.
El partido que fundó Calles no tiene ni hombre ni mujer con arrastre superior en el populacho que arropa a López Obrador.
Por eso, reitero, el PRI debe meterse en ese frente amplio y empezar a negociarlo para colocarse a la cabeza de él, sin pensar en imponer candidato.
La elección del 2018 exige jugar limpio desde ahora. La “alborada” sólo así podrá convertirse en bello amanecer y esplendoroso atardecer.
Mancera, a fines de agosto, quizá esté inaugurando su colosal obra: el túnel de dos pisos sobre el cual se erige un jardín horizontal de casi 20 kilómetros por 14 metros de ancho.
Será la realización con la que vestirá y proclamará su aspiración de convertirse en el próximo presidente de México.
Los tiempos ya están encima y Mancera sigue amarrando mecates mediáticos como presidente de la Conago que es actualmente y por la que viajo a Estados Unidos para pasear su nombre y ambición.
