31.6 C
Mexico City
jueves, mayo 9, 2024
InicioOpiniónSe acaba el tiempo

Se acaba el tiempo

Fecha:

Noticias Relacionadas

Madres ¿aportan algo los días de festejar?

Libros de ayer y hoy Teresa Gil @laislaquebrillaba@yahoo·com.mx Festejar  celebrar, conmemorar, es...

Xóchitl le debe su candidatura a AMLO

Francisco Gómez Maza Análisis a Fondo La candidata del Frente...

El Canelo Álvarez no es Sólo un Buen Boxeador

Arturo Sandoval   “Con el tiempo y la madurez, descubrirás que...

Columnaria

Juan Chávez

Odio las reminiscencias, pero no las puedo reprimir.

 

Este terremoto del 19-S, cuyas cifras de destrucción y muerte todavía no se cierran, me ha traído a la mente aquellos que viví como reportero de El Nacional y subjefe de Prensa del antiguo DDF.

En todos, las tareas de rescate han corrido a cargo de rescatistas voluntarios, de aquellos que por la causa de salvar vidas, juegan la suya.

Se clavan en los escombros y van al fondo sin miramientos, solo porque los quejidos o gritos de los atrapados los “guían”.

Los tiempos se acaban y surge, como lo vivimos desde la noche misma del terremoto cuyo epicentro lo ubican en Puebla o en Morelos, el drama y el morbo… pero también la heroicidad, la heroicidad de quienes se clavan en los agujeros y arrastrándose contactan a las víctimas aún vivas y a las que ya no respiran y pasan a formar parte del trágico enlistado negro.

Lo que está pasando no lo había vivido.

En el terremoto del mismo 19 de septiembre, pero de 1985, el presidente Miguel de la Madrid fue aborrecido porque no se atrevió informar a la sociedad de la realidad. Navegó en el sistema de esconder todo y se dio el lujo de rechazar la ayuda internacional, aunque al día siguiente rectificó y se echó para atrás.

En el nuevo S-19, el presidente Peña Nieto informa, pero está exagerando en repetir, luego de mensaje a la nación, el contenido de éste en supuesta “entrevista” exclusiva a Denisse Merker y Joaquín López Dóriga, de Televisa.

La población que con pico y pala estaba entregada a las rudas y dolorosas tareas de rescate,  abominó a De la Madrid,  y le gritaron que se ausentara de las zonas de desastre. Hasta la madre le mentaron.

Ahí, con ese presidente mediocre, nació la sociedad civil y una solidaridad que, por desgracia, flota en el colectivo solo en los momentos de tragedia.

Pero mis recuerdos, tristes porque las tragedias de los terremotos que reporteé, me conducen a la melancolía salpicada de aflicción, me llevan a aquel viaje impetuoso y pronto que hice a Acapulco en 1957 tras el temblor de una madrugada que derribó el Ángel de la Independencia.

Luego, en la madrugada del 26 de agosto de 1959, un sismo de 6.8 grados richter (se manejaba entonces el término con minúsculas), sacudió a la población rural de Jáltipan, Veracruz, y ahí fui a dar en las horas de la mañana.

39 fueron los muertos que los dolidos pobladores nos reportaron a tres periodistas que llegamos en avión a Coatzacoalcos y de ahí fuimos directos a Jáltipan.

El gobernador de entonces, Fernando López Arias, conocido mejor como el “Pico Chulo”, llegó a descomponer nuestras informaciones, con su voz oficial: “Solo 20 muertos… y daños”.

Pero el sismo pasó a la historia como uno de los terremotos “más costosos de Veracruz”.

Después, en 1985, viví el peor terremoto que se ha registrado en México. Ese, porque fue trepidatorio primero y luego se convirtió en oscilatorio, causó daños y muertes por miles.

La ciudad lucía derrumbes de edificios y multifamiliares casi en la misma ruta del que ahora, en otro septiembre de 32 años después, ha sembrado también destrucción, muerte y miedo. En otra ocasión daré “mis pormenores” de ese fatídico 19-S de 1985. El símbolo de éste fue el Hospital Juárez, donde buen número de bebecitos fueron rescatados con vida. El símbolo del nuevo 19-S es el colegio “Rubén Rebsamen”, donde murieron muchos niños y cinco adultos.

Últimas Noticias

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here