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El Primero de Mayo y el arte como trabajo, para subsistir

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Libros de ayer y hoy

Teresa Gil

[email protected]

 

Una multitud echa mano de su arte, de su artesanía y de todos los conocimientos que tiene,  para subsistir en medio del virus mortal. Hay quienes se apoyan en las redes de muchas maneras y traducen, asesoran, cantan, enseñan, dan conferencias,  entre otros recursos que ponen a disposición. Pero pocas veces hemos visto a miles de mujeres que echan  mano de su arte y artesanía ancestral para cubrir sus fallos económicos y de paso ayudar a hospitales y clínicas con porcentaje en especie de su trabajo.  Bordadoras, costureras, cantantes, traductores, asesores, conferencistas, maestros, están activos en sus casas.

 

No es una novedad trabajar en casa desde que se amplió el uso de internet. De hecho son  millones en el mundo los que utilizan el sistema para realizar actividades que les aportan muchas ventajas. Pero que el arte se ponga a disposición  para ayudar a la subsistencia, a la par que aporta solidario una parte para salvar vidas, es inédito. Miles de cubrebocas con  el diseño original de artesanas, cubren  el medio rostro de  también  miles de personas, que se han sumado solidariamente a la lucha de mujeres indígenas para sobrevivir. Juchitecas, oaxaqueñas de muchos pueblos, rarámuris, además de pequeñas fábricas aleatorias y personas del arte que se han sumado a la actividad, es un fenómeno  que no solo despierta el deseo de ayudar, sino la aparición de algunos recopiladores que ya se aprestan a integrar una colección  original, que la circunstancia ha ofrecido.  

                                                                                                                            

LOS COMPORTAMIENTOS HUMANOS Y DE LA ECONOMÍA, SON INÉDITOS EN EL COVID

Los medios insisten mucho en la caída económica con cifras comparativas de otras épocas, pero esa comparación se antoja absurda. Nunca había habido a nivel mundial un fenómeno como el que afecta a la mayoría de los países. Las mismas guerras mundiales se libraron  en zonas específicas y aunque participaron  muchos países, la incidencia y la forma de participar fue diversa. Los propios Estados Unidos que se han adjudicado el triunfo de la Segunda Guerra Mundial, perdieron a poco más de cien mil soldados  frente a  20 millones de seres humanos que perdió la antigua URSS. Aparte del impacto físico sobre los países participantes sobre todo en Europa,  que no padeció el país del norte. Sus gobiernos han  buscado siempre que las guerras sean fuera de sus territorios y que otros las sufran. El Covid-19 es un  azote inédito en la humanidad actual si bien puede haber  sucedido  que en el mundo conocido en diferentes etapas, se hayan dado fenómenos similares, aunque en plan reducido. Los datos que se mencionan en este momento no pueden ser sujetos a comparación. Por otra parte, será este un extraño día del trabajo, cuando los trabajadores están recluidos y en la incertidumbre.  Habrá  eso si, coincidencia, porque el Primero de Mayo no asistían a sus centros, ya que descansan los que laboran. No hay una cifra de los que han tenido que dejar sus empleos y permanecer en reclusión. En la mayoría de los países se habla de millones, sin acercar el dato y en México en donde según INEGI la fuerza  laboral economicamente activa es de 57.6 millones  al menos si se puede pensar que cerca de la tercera parte puede estar inactiva. Los sectores de la economía informal que son 31.3 millones, son los que tienen más gente laborando, pese al control que se ha tratado de hacer sobre todo en  centros de concentración masiva, quizá por ser la más urgida de seguir obteniendo ingresos. Hay sectores, además en donde las empresas no respetaron esos llamados como en  algunas maquiladoras y en  las empresas del capitalista Ricardo Salinas Pliego. La muerte de uno de los trabajadores en una de esas empresas, Electra, causó impacto el pasado fin de semana.

 

RARÁMURIS, ATRAPADOS EN LAS MONTAÑAS DE LA SIERRA MADRE

Las mujeres rarámuri artesanas de su propia vida, demuestran una vez más el alma que anida en el indígena, su interior pasivo ante un exterior que se desborda cuando hay que dar solidaridad. En un  adminículo tan importante como es el cubrebocas,  tapabocas como ellas les dicen con una connotación  simbólica, se expresa en este momento como  un medio urgente no solo para subsistir sino para dar a los demás algo que necesitan. Las hacen para vender pero dan una buena porción a hospitales y clínicas. La vida de los indígenas rarámuri no deja de sorprender.  Habitantes de  la Sierra Madre Occidental en Chihuahua, han  sido reconocidos a nivel mundial, por sus grandes facultades para la carrera y la caminata. Los llamados “Pies ligeros”. Su vida en las montañas, los grandes desplazamientos que hacen, ha creado su resistencia  de caminadores y corredores. Durante doce años el antropólogo  Nicolás Olivos Santoyo y el fotógrafo Ernesto Lehn estuvieron  en la Tarahumara,  en viajes que tenían por objeto conocer a fondo la vida de esa etnia. Antes, tuvieron que hacer notar su presencia,  causar apego y ganar su amistad y confianza. De ahí surgió el libro Rarámuri. Vivir en la Tarahumara, editado por la SEP en 2005. En un escrito el fotógrafo explica como es que fueron conociendo de cerca a estos indígenas desprovistos de todo apego a los bienes materiales, aplicadores del kárima  una forma de solidaridad  que es su manera  de comportamiento entre ellos, dar para recibir. Las bellas fotografías del libro son de Lehn y el texto del antropólogo, que posteriormente ha revisado tesis sobre el tema para profundizar en una cultura que ancestralmente vive entre cerros y barrancos y que despegada y al mismo tiempo dando ejemplos al mundo, sigue ahí impertérrita como las mismas montañas. En sus formas diferentes de ver las vida, Lehn dice que los tarahumaras critican a los extraños porque  lloran mucho cuando pierden a sus seres queridos. Pero no hay que llorar mucho, sostienen “para que las almas lleguen más rápido al cielo”.

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