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¿Es China un país capitalista o un estado comunista?

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economipedia || El pasado 1 de octubre se cumplían 70 años de la proclamación de la República Popular China con Mao Zedong al frente. En estos 70 años de vida, la economía china ha combinado elementos propios del capitalismo y del comunismo.

 

¿Quién iba a decir cuando se creó la República Popular China en 1949 que el país le disputaría la hegemonía económica a Estados Unidos y que registraría espectaculares cifras de crecimiento económico?

De Mao a la apertura económica y política

En su etapa inicial, Mao buscaba un desarrollo industrial al tiempo que se suprimía la propiedad privada y la agricultura se colectivizaba. Otro aspecto a destacar es que la economía se organizaba en planes quinquenales. Sin embargo, estas políticas, conocidas como “el gran salto adelante” (1958-1961) no resultaron efectivas y se produjeron graves situaciones de desabastecimiento, lo que causó la muerte por inanición de millones de chinos.

En la década de los 60 había dos corrientes en el comunismo chino. Una de ellas era el maoísmo y oficialismo, mientras que la segunda, de carácter más moderado, apostaba por una mayor liberalización de la economía. Fue entonces cuando Mao puso en marcha la controvertida “revolución cultural”, movilizando a los jóvenes chinos (guardia roja) para imponer el pensamiento maoísta. Y es que, según los seguidores de Mao, había que eliminar el pensamiento burgués.

Por el contrario, en los años 70 llegó una etapa de cambio con la llegada al poder de Deng Xiaoping. Así, se apostó por la modernización de la economía, la introducción de ciertos elementos del libre mercado y la apertura hacia Europa, Estados Unidos y Japón.

Este proceso de apertura daría lugar al establecimiento de relaciones comerciales con otros países, llegando a China la inversión extranjera por parte de grandes compañías estadounidenses como Boeing, McDonald’s y Coca-Cola.

La economía china empezaba a combinar características del socialismo con elementos del capitalismo. De este modo, la apertura internacional y la liberalización económica permitieron que más de 850 millones de chinos dejasen atrás la pobreza según datos del Banco Mundial.

En los años 80 se abandonó el sistema agrario de Mao, mejorando la productividad de la agricultura al tiempo que la población migraba hacia las ciudades. Todo ello sin olvidar que se dio luz verde al emprendimiento autónomo.

Paulatinamente, la economía china fue dando pasos hacia el libre mercado, con la apertura de las bolsas de valores de Shenzen y Shangai en 1990. De hecho, una frase bastante significativa fue pronunciada en 1992 por el ya ex presidente Deng Xiaoping que dijo “enriquecerse es glorioso”. Esto significaba el paso del viejo sistema económico maoísta a una economía socialista con importantes características propias del libre mercado.

La progresiva apertura de China iría dando paso al ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, dejando a un lado el proteccionismo e integrándose en el libre comercio. Por su parte, ya en 2004, con Hu Jintao como presidente, se reconocía el derecho a la propiedad privada, toda una revolución en un país de marcada tradición comunista.

Una potencia económica mundial

En estos 40 años de comunismo y capitalismo, China, con cerca de 1.400 millones de habitantes se ha consolidado como la segunda economía mundial. Tan solo Estados Unidos cuenta con un Producto interior bruto (PIB) superior. De hecho, en 2017, China registró un PIB valorado en cerca de 11 billones de euros.

El sector bancario chino también demuestra su fortaleza, pues es el más acaudalado. En este sentido, cabe destacar que el Banco Comercial e Industrial de China es la entidad bancaria con más activos del mundo.

A nivel comercial, China también muestra una gran robustez. Ya en 2013 superó a Estados Unidos en volumen de intercambio comercial y en la actualidad es el primer productor y exportador mundial.

Otro aspecto a tener en cuenta en la expansión económica de China ha sido la diplomacia. Y es que, China goza de una gran influencia en África y Latinoamérica. No cabe duda de que sus inversiones son fundamentales en ambas áreas geográficas.

Por otra parte, la economía china ha ido modernizándose de manera progresiva. Ya no se trata de un gigante en sectores como el textil. La tecnológica Huawei es el segundo mayor productor de teléfonos móviles en el mundo y se sitúa a la cabeza en la denominada tecnología 5G. Por no hablar de Lenovo, líder mundial en ventas de ordenadores.

Aspectos pendientes

Más allá de los espectaculares datos que ilustran el progreso económico chino hay otros capítulos pendientes que todavía generan recelos. Estamos hablando de un mayor respeto a los derechos humanos, el férreo control de internet por parte de las autoridades o la falta de libertad de prensa.

Pese a que dé la impresión de que China es una economía capitalista, todavía está muy presente la intervención del estado. Así, las empresas que gestionan los recursos naturales son controladas por el estado y aunque es legal la iniciativa privada, los empresarios se enfrentan a un fuerte control y a exhaustivas inspecciones.

Este control también afecta al sistema bancario, lo que influye en determinar a quien se conceden créditos, sin olvidar que también el estado puede determinar quién adquiere divisas.

La guerra comercial

Uno de los retos actuales que debe afrontar la economía china es la guerra comercial con Estados Unidos. Tratando de mejorar la balanza comercial, el presidente Trump ha optado por una batería de medidas proteccionistas.

Precisamente el sistema económico chino, al que muchos se refieren como un “capitalismo de estado”, tiene mucho que ver en esa guerra comercial. En este sentido, las empresas privadas chinas obtienen créditos de los bancos públicos y reciben subsidios energéticos de las empresas privadas energéticas controladas por el Estado. De ahí que existan recelos en Estados Unidos, donde sostienen que no se compite en igualdad de condiciones con China.

Por ello, hay quienes argumentan que subsidiar empresas privadas no se enmarca con el capitalismo y, por tanto, aunque China sea miembro de la OMC, aún no ha sido considerada como una economía del libre mercado.

 

 

 

 

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