Yo Campesino
Miguel A. Rocha Valencia
En realidad no vale la pena hablar de un sujeto tan oscuro y mediocre, pero tan tortuoso como el actual director del Metro, Adolfo Joel Ortega Cuevas, quien con un pasado reciente y presente de verdad tenebroso, quiere alzarse para pontificar e incluso crucificar a sus “enemigos” de clase, universitarios o en lo que se califica de racismo inverso, los “güeros”.
Pocos recuerdan que Joel Ortega fue protegido de Marcelo Ebrard en varias etapas de su vida administrativa, incluso cuando fue delegado en Gustavo A. Madero, donde se asentaron grupos criminales, traficantes de estupefacientes principalmente en colonias como Cuautepec, San Felipe de Jesús, Gabriel Hernández, Nueva Atzacoalco, González Romero, Vasco de Quiroga y otras donde las tienditas proliferaron, lo mismo que los vendedrogas afuera y dentro de escuelas.
Denuncias de maestros y directores de escuelas de tales colonias, no sirvieron. De hecho el antro News Divine que después le costó la chamba, “nació” bajo su amparo al igual que otros como “el gato negro” y todos los demás de la “San fe” y la 25 de julio. A la par, se calculó que existían más de mil “tienditas” regenteadas y protegidas por su personal de confianza.
Luego fue apoyado por Ebrard para ser secretario de Seguridad Pública, no sin antes despacharse generosamente en la Setravi que es uno de los negocios más jugosos de la administración del DF.
Llegó la desgracia de la Nueva Atzacoalco y alguien debía pagar y ese fue Ortega Cuevas, hecho que no le perdona a Marcelo por más que se le explique. Obtuso, no entiende, de ingeniero se transformó en policía y esperó el momento de la revancha, el cual llegó con la línea 12 del Metro, cuyas fallas denunció luego de un año.
No le importó a Ortega Cuevas que pudiese ocurrir una desgracia, evitó dar mantenimiento no sólo a esa línea para facilitar su deterioro, sino a todo el sistema, tan es así que fue denunciado por el líder del sindicato del Metro, Fernando Espino Arévalo quien en agosto de 2013, se reunió con Luis Serna, secretario particular del jefe de Gobierno, Miguel Angel Mancera para que se atendieran las denuncias por falta de mantenimiento a trenes, equipos de trabajo, así como la ausencia de materiales y herramientas.
Se calcula que para entonces se habían “extraviado” más de 500 millones de pesos destinados a mantenimiento de todas las líneas, sin que Joel Ortega diera alguna explicación.
Exigía Espino Arévalo la adquisición de herramientas, refacciones, equipamiento, así como una revisión o “mantenimiento general a los trenes”. Nada se hizo.
La respuesta a esta petición, fue la denuncia anónima y “casual” de que el dirigente obrero se había enriquecido (nada raro en nuestro medio) y que tenía en la nómina del Metro a varios familiares, incluyendo una hija. Todos saben que Ortega Cuevas fue quien deslizó el chisme y a partir de ahí, se acabaron las denuncias de falta de mantenimiento al sistema de transporte.
Eso parece que se le olvida a quienes investigan lo de la Línea 12.
Mientras, desde la sombra, Ortega Cuevas continúa operando, lanzando rumores que puestos en el lugar adecuado, golpea a Ebrard Casaubon y a quienes pudieran tener una liga con él, incluso a los diputados comisionados a quienes pretende vestir de cómplices, de jueces y verdugos inventándoles complicidades inexistentes.
Pero a Ortega Cuevas ¿Quién lo investiga? El modesto ingiero del IPN es hoy acaudalado sujeto con un ejército de personajes a su servicio, incluso incrustados en medios informativos para difundir su “tenebra”. Los fondos, el dinero negro que saca de vagoneros, venta de espacios en andenes y estaciones, y de lo que se sustrae, criminalmente, del presupuesto de mantenimiento del Metro.
