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sábado, mayo 11, 2024
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¡Vive el jtatic!

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Jorge Mandujano 

 a María,

 por llevarme hasta allá…y traerme  hasta esta crónica. 

Cincuenta y un años después, y al interior de la dureza de su féretro, el obispo Samuel Ruiz García habría de recordar la tarde remota que su feligresía lo recibió con aplausos a su llegada a Catedral como su guía espiritual, un sitio que él habría de escoger para vivir para la eternidad. 

 

Era la primera hora, pasada la interminable medianoche del martes 25 de enero. Como aguacero, en cascada, pues, comenzaron a escucharse los aplausos desde el atrio y hasta el interior de Catedral ante el arribo del cortejo, también esperado nterminablemente. 

 Junto con mi amigo Manolo Calle habíamos llegado hasta el mismísimo sitio en que el Tatic amó la vida. Mujeres vestidas de negro nos habían informado en la Casa Consistorial que la misa de cuerpo presente sería a las 7 de la noche del todavía lunes 24. Luego, que a las 8; al rato, que a las 9; más tarde, que a las 11. Mientras, adentro de Catedral no pocos sacerdotes daban cuenta del avance del cortejo, que había partido por tierra del aeropuerto “Ángel Albino Corzo”. –“Nos informan que ya viene por Chiapa de Corzo” –consolaban, al tiempo que habían decidido dar lectura a un buen número de condolencias que llegaban de todos lados: desde los personales, enviados por periodistas que lo habían tratado, hasta los de las Iglesias de países varios, como las de Cuba, Paraguay, Argentina, Guatemala y Nicaragua, entre muchos otros. 

*** 

La tarde del lunes había sido tan calurosa en  el antiguo Jovel, al grado que los parroquianos terminaron por  acudir ataviados en prendas de algodón, que no de lana. No tuvo que pasar mucho tiempo para que fueran a casa por más trapos. 

*** 

Hacía frío en la antigua Villaviciosa la tarde en que el joven sacerdote Samuel Ruiz García había llegado a esas benditas tierras para hacer historia. Hacía poco rato que había cumplido años, de la mano del día del triunfo de la Revolución Cubana.

 Chiapas no era entonces la cachondez de Macondo; se parecía, más bien, a la frialdad de un Comala habitado por la pobreza, en sus múltiples etnias, con sus múltiples lenguas. De nada servía, pues, comenzar por intentar traducir hambreen tsotzil, en tseltal, en chol,  en tojolabal. 

 

*** 

Es el obispo auxiliar, Enrique Díaz Díaz, quien oficia la Misa de Cuerpo Presente. A su lado derecho, el obispo titular de la Diócesis, Felipe Arizmendi; a su lado izquierdo, quien fuera obispo coadjutor de Don Samuel, hoy obispo de Saltillo, Raúl Vera. En el ala izquierda de la Catedral, los señores de la prensa (nombrados así por quien oficia). Aquí las cámaras, las libretas y la memoria para la posible crónica. Frente a ellos, el gobernador y su esposa; a unos cuantos metros, don Luis H. Álvarez, representante del Presidente de la República; así lo anuncian, pues. 

En su homilía, el obispo Díaz destaca el evangelio del obispo Samuel Ruiz: “Siempre predicó el amor y la justicia por los desposeídos”. Aunque se asomó a las Epístolas, prefirió evitarlas, en tanto no era tema. Termina la misa y el presbítero Heriberto Cruz, de Tila, agradece a la familia de Don Samuel el haber permitido que se abriera el féretro para que quienes quisieran despedirse “lo hicieran… en orden”. Y convoca a los “señores de la prensa” a coadyuvar, para que no pase lo que pasó en la Ciudad de México (?). 

*** 

Hace frío en la otrora Ciudad Real. Se anuncian dos misas para hoy, hoy que ya es martes. Una a las 12 del día; la otra, a las 7 de la noche. Ha comenzado el desfile de quienes quieren ver al Tatic para despedirse. Mujeres y hombres –que no saben vestir de negro sino que presumen los colores de su sná se detienen a verlo —más bien, a contemplarlo—. Algo le dicen —en cortito–, y luego tratan de ocultar sus ojos llenos de agua  ahí, al sur de su corazón. 

*** 

Hace frío, mucho frío 

En la parte posterior de Catedral hay café con pan. Es allí, en el traspatio, al que se llega por una pequeña puerta a espaldas del altar (por donde desaparecía el Tatic luego de oficiar misa), donde –afirman algunos diáconos- trabajarán toda la noche para “dejar lista la tumba del JTatic”.

Es justo desde allí que veo venir a mi amigo Manolo con toda y su parafernalia fotográfica: la luz es un ojo que mira a otro ojo, decía Octavio Paz. 

Tras las dos misas del martes: una a las 12 del día y la otra a las siete de la noche, oficiada ésta última por el obispo Raúl Vera, y quien obsequió reveladores testimonios acerca del Tatic, no sólo los obispos y sacerdotes, que cada vez son más sino también los medios de comunicación, las autoridades civiles y demás estructura logística se aprestan para la celebración de la misa final de cuerpo presente del Obispo de los Pobres. En los sitios acostumbrados en la madrugada para la delincuencia amorosa […], en las paredes que ensamblan el after, o en los hoteles adonde te despierta el bebé para recordar tu dosis de responsabilidad, se sabe de cierto que el mediodía del miércoles no tendrá espacio ni para la posible siesta. 

*** 

Hace frío. Debe ser el frío que a ratos se empoza en el alma. No sé si es ese Luto humano que nos trazó Revueltas, o ya de plano los heraldos negros que nos manda la muerte, apuntaría Vallejo. 

Ahora me topo con un poeta, periodista cultural –amigo de toda la vida–, Javier Molina, quien regresa del traspatio con un vasito de unicel y que, por el humo,  presume café caliente entre las manos: —“No importa saber de qué murió ni cuántos días estuvo hospitalizado. Importa lo que hizo, y tú lo sabes y tienes que decirlo  —me encarga el buen Javier. 

Nada más difícil. Decirlo así en un palmo de terreno, en una noche que avanza fría, muy fría, hacia la madrugada. Habría que decir gracias, muchas gracias, Don Samuel. Gracias por la amistad, Don Samuel. Por tantas conversaciones. Por tanta confianza, por tantos cumpleaños compartidos. Habría que darle gracias por haber decidido echar su suerte del lado de los pobres. Por haber predicado en todas las lenguas la palabra “amor”, pero también la palabra “justicia”. Un religioso digno cuyo trabajo fue acosado por el mismísimo Vaticano, que vio en la Teología de la Liberación –y en la total ironía-, una suerte de “marxismo religioso”. Un señor que no sólo aprendió cada una de las lenguas de quienes lo escucharon sino que se preocupó porque la Biblia fuera traducida al tsotsil y al tseltal. 

Bastaron “poco” más de 40 años para que el Tatic (padre, en tseltal; Totic, en tsotsil), se erigiera en ese gran líder espiritual, en el espejo de carne y hueso, adonde nunca se quisieron asomar los gobiernos, olvidadizos de estas sombras. Habría que decirle ¡Gracias, de veras, muchas gracias, Tatic. 

*** 

Ha llegado la hora de decirle jocol awal jtatic Samuel. Hay que reconocer a los obispos encargados de la logística, quienes han advertido que el aforo de Catedral será insuficiente para albergar a tanta gente. Ante ello, la Plaza de la Paz se erige ahora como recinto oficial para la última Misa de cuerpo presente en este inolvidable miércoles 26 de enero. 

[Quede aquí constancia que el llamado Centro Histórico sancristobalense es ahora Casa tomada, Julio Cortázar dixit]. 

Toca el turno al nuncio apostólico Chistopher Pierre, quien lee un mensaje enviado por el Papa Benedicto XVI, y a quien se le perdonan imprecisiones genéricas en francés, en detrimento de lo que abona a la causa del Tatic. La misa transita al aire libre ante cerca de 10 mil almas. Se concede el “último adiós” a representantes de todas las etnias, en igual número de lenguas. 

Antes, el obispo titular de la diócesis, Felipe Arizmendi Esquivel, ha dicho: “El Tatic dejó sembradas las semillas de la promoción integral de los indígenas para que sean sujetos en la Iglesia y en la sociedad; la opción preferencial por los pobres y la defensa de los derechos humanos (…). Será el juicio final el que nos dé la justa medida a cada quien, pero las filas interminables de quienes han querido darle su último adiós en su féretro en estos dos días, sobre todo, tantos indígenas, mujeres y marginados, nos dan el juicio de los pobres”. 

Llaman entonces a don José Ruiz García, único hermano vivo del Tatic, para que dé su testimonio: “Estos acontecimientos nos mueven a la reflexión; y a mí me llega al corazón. Gracias a todos. En primer lugar, gracias a Dios por haberme permitido estar en este momento”, alcanza a decir, antes de irrumpir en llanto y declinar seguir hablando. 

Ahora toma el micrófono el representante de “Las Abejas”. Lee unas líneas de despedida al Tatic, hasta que, no sé si para  los compas o“los señores de los medios”, acaba por dar la nota: “Que Dios te reciba, Tatic. Y cuando estés al lado de él, dile que el caso Acteal sigue impune”. 

Dato a la numeralia aparte, agregaría que ésta es, ha sido, la única misa cantada con marimba en las exequias de un obispo. Una marimba que acompaña al Tatic hacia el fondo de Catedral, adonde será sepultado junto con las cenizas de su hermana Lucha. 

Es entonces cuando recuerdo el nombre de y a la mujer, ¿se acuerdan? ¿La hermana de Don Samuel atacada por un loco que le propinó varios martillazos en la cabeza? Doña Luchita, su hermana, pero más bien su cómplice; [como mi hermana], como su hermana, como su madre: el qué quieres comer hoy; el cuídate Tatic, cuando camines por las comunidades. El “qué bueno que Dios te trajo con bien”. La que admiró y amó el trabajo de su gran hermano, también su gran  Tatic. 

*** 

Ha terminado la Misa de cuerpo presente. Por el altavoz se advierte: “Sólo los obispos, los sacerdotes, las autoridades civiles y la familia tendrán acceso. Poco a poco, lo harán los demás”. 

Venga, yo pertenezco al sector de “los demás”. 

*** 

Ha comenzado a hacer frío de nueva cuenta en esta amorosa parcela. Ya comimos, ya bebimos y aún no nos toca. Mi amigo Manuel Villarreal [Manolo Calle] ha propuesto un mezcal de pie, allí sobre Real de Guadalupe. 

Poco, finalmente, hay que esperar: la fila, en forma de carrusel, avanza por la puerta izquierda de Catedral. Espero, esperamos.

Hace frío. Ha comenzado a tatuarnos el frío. De veras que hace frío. 

Valió la pena esperar 

La nota, no la mejor, la nota: el Tatic no fue enterrado en el traspatio, como nos habían dicho la noche de su llegada: fue enterrado allí, detracito del Altar, casi casi debajo del Altar, desde donde predicó por vez primera, y junto con las cenizas de su hermana Lucha. 

Qué más habría que cronicar. Qué, más allá de lo que el Gabo llama la novela de la realidad. 

Ahora salgo a caminar hasta hallar y dar cristiano trámite a una onza de mezcal, y vuelvo sólo para decir adiós al Tatic.

 

¡Tas aquí, JTatic; tas cabal también, Luchita!

K´olabal totic

 

 

 

 En Tuxtlita La Bella,

 acariciando la esperanza

 porque a este invierno lleguen más rabos de nube y menos cirios.

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