15 C
Mexico City
viernes, junio 28, 2024
InicioDeportes“La Morenita” y su dilema futbolero

“La Morenita” y su dilema futbolero

Fecha:

Noticias Relacionadas

A qué le Tiras Cuando Sueñas Mexicano. Pues a que Seamos Campeones Mundiales, Uey

Arturo Sandoval   "Ningún jugador es tan bueno como todos juntos"....

México formaliza su postulación como sede olímpica

El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon, junto...

El PRI Busca su Recomposición

DE FRENTE Y DE PERFIL  RAMÓN ZURITA SAHAGÚN ...

El Tapado del PRI

DE FRENTE Y DE PERFIL    RAMÓN ZURITA SAHAGÚN...

Agora Deportiva

Jesús Yáñez Orozco

Resulta significativa, en el actual contexto social, una aseveración hecha casi 20 años atrás, a mediados de la década de los 1990, de Carlos Hermosillo –prianista de hueso colorado— considerado el segundo máximo goleador del futbol mexicano  –sólo por debajo del brasileño Evanivaldo Castro ‘Cabinho’— quien formó parte del equipo autodenominado “Guadalupano” del balompié nacional. Incluso fue su capitán, cuando justificó el uso que hacía el club cementero de la bandera, el himno nacional y la imagen de la Virgen de Guadalupe, en algunos de los partidos de liguilla por el título:

 

 “Es para que sintamos más nuestro nacionalismo, sobre todo en los momentos de crisis que vive el país”.

Esa crisis nacional se ha agudizado –corregida y aumentada al cubo– y el milagro del Tepeyac no aparece por ningún lado, ni en lo deportivo –un título mundial ganado por los Ratones Verdejos Turulatos, por ejemplo– ni en lo social: que seamos un mejor pueblo en todos sentidos o, cuando menos, no tan malo gracias al PRI-Gobierno, como ha sucedido históricamente.

Desde el surgimiento  del régimen presidencialista –Dictadura Perfecta de la Sinrazón– que comenzó en 1929, la historia confirma que son falaces esos tres símbolos que hace tiempo dejaron de ser inmaculados.  Por ejemplo, todos aquellos –desde el Presidente de la República en turno para abajo– que juran ante la bandera “respetar y hacer respetar… (más todo el anodino choro mareador)”  son traidores, vende patrias, asesinos –por acción u omisión–, corruptos, insensibles, faltos de sentido común, incultos, ignorantes…

Impostura absoluta de pies a cabeza porque la ambición despedida los devora.

Hay imágenes de los jugadores cementeros, previo al inicio de los juegos de liguilla, donde aparece Hermosillo, con el lábaro patrio en ristre, y el zaguero Guadalupe Castañeda –quien aseveró que hubo un momento, cuando anotó un gol, que sintió en su interior a la Virgencita del Tepeyac– con un retablo de la Morenita a sus pies, desmayado en sobre el pasto del Estadio Azteca, ceremoniosos, mientras escuchan el himno nacional.

Incluso, para evitar este tipo de polémicas religiosas, entre otras expresiones, la Federación Mexicana de Futbol, en uno de sus reglamentos, prohíbe a los jugadores profesionales que realicen algún tipo de manifestación de fe en sus ropas, carteles o mantas durante los partidos oficiales.

Aunque, eso sí, no se les impide que oren, persignen o hinquen al inicio, durante, o al término de los encuentros.

En una encuesta realizada en aquél entonces, junio de 1995, por este albañil de la palabra con jugadores de la Máquina –Héctor Esparza, el argentino Julio Zamora, Pedro Duana, y Hermosillo— todos coincidieron –salvo Esparza—en rechazar que la “Virgen Prieta” –como la llama el desaparecido escritor Jorge Ibargüengoitia en sus novelas— les diera la victoria.

“No queremos que se piense que con esto la Virgen nos va a ayudar a ganar, sino que ella ha sido muy importante para nosotros”, argumentó el goleador, quien tenía estrecha cercanía con un círculo reducido de políticos priistas, como Alfredo del Mazo, y luego, bajo el cobijo de los gobierno panistas fue titular de la Comisión  de Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade).

Como muchos otros, es una especie de camaleón político.

En todos los partidos, abundó, “siempre le rezamos. Pensamos en ella. Y la sacamos como un honor para ella. O sea: es parte de México.  Somos parte del futbol mexicano y nos encanta sacar a la Virgen porque creo que nos protege a los que estamos en el estadio y los que jugamos para no tener ningún tipo de lesiones; que no haya pleitos”.

Y remató cantinflesco: “Le pedimos ganar a nosotros mismos”.

Esparza, zaguero central, en contraste, reconoció que la fe que han tenido en ella de “alguna manera nos ha ‘tocado para que las cosas (triunfos) nos salgan bien”.

Hace 20 años no se tenía conocimiento, como de un tiempo a la fecha, que además de católicos, en el balompié nacional, también hay otra corriente religiosa: cristianos y evangélicos.

“La verdad”, continuó Esparza, “es que tenemos una creencia y fe enormes en la Virgen de Guadalupe. Se nos han dado las cosas”.

Agregó:

“Seguimos teniendo fe en Dios y en la Virgen de Guadalupe para que podamos estar festejando el domingo, después de las siete de la noche, junto con la imagen de la Virgen, y después tendríamos que ir a visitarla (al cerro del Tepeyac), no por ser campeones”.

El mediocampista Pedro Duana, secundó:

“El hecho de sacar a la Virgen de Guadalupe no quiere decir que estemos actuando de mala fe, pensando que nos puede ayudar a fuerzas. Al contrario: creemos en ella y teniéndola ahí podemos luchar por el objetivo que es el campeonato y sabemos que nos está apoyando”.

Entrevistado sobre el uso de la Virgen de Guadalupe por parte del equipo azulgrana –y años antes de negar la existencia de la Virgencita del Tepeyac, argumentando que las apariciones del indio Juan Diego nuca existieron– el abad de la Basílica, Guillermo Schulenburg Prado, rechazó que fuera “censurable” su utilización como un recurso deportivo para el triunfo.

“Es loable, no reprobable, que ellos recurran al auxilio divino, superior”, agregó.

El entonces Abad, con casi 30 años en el cargo, gustaba de ver el balompié. Solía jugar golf. En sus mocedades practicó volibol y basquetbol.

Cuando era interrogado por qué gustaba del golf, deporte que popularmente se relaciona con grupos de fuerte poder económico, respondía que lo practicaba porque se hacía con la cabeza gacha, como agradeciendo a Dios.  

En ese entonces Cruz Azul disputaba la final de la liga al Necaxa, entonces propiedad de Televisa, junto con Atlante y América. Aunque las Chispitas, que no Rayos, que acabaron coronándose, distaban de ser devotos de la Virgen Morena, tenía la máxima bendición terrenal: la del presidente en turno, Ernesto Zedillo Ponce de León, ferviente aficionado –de los pocos que existen hasta la fecha– del equipo rojiblanco, que juega en la División de Ascenso MX. 

“Un poco a nivel de charla como que se ve comprometida la virgencita porque ambos equipos piden los mismo: ganar”, agregó Schulenburg.   

Entrevistado por este  agorero columnista en sus oficinas de la Basílica de Guadalupe, el abad reflexionó que los “censurable” sería que esto –el uso de la imagen divina—pudiera tornarse en una cosa “mágica, amuleto”.

Y subrayó que, “sin querer hablar mal de nadie”, en ciertos países como Brasil está muy mezclada a veces “la superstición con la religiosidad. Son dos cosas diferentes. De ninguna manera censuramos que haya una devoción especial. Nosotros los mexicanos todo se lo pedimos a la Morenita ¿no?”.

Desde la mitad del siglo pasado, toreros, boxeadores y futbolistas son los que más visitan con más frecuencia a la “Virgen Tiznada” –como le dice mi madre, quien profesa el catolicismo sin fanatismo alguno.

Todavía está fresco en mi memoria  cuando los seleccionados brasileños, encabezados por Pelé, acudieron a la Basílica de Guadalupe, luego de haber  conquistado el  Mundial de 1970. Después, tras haber obtenido el subcampeonato de la Copa América 1993, celebrada en Ecuador, los Ratones Verde Reumáticos visitaron la Villita, como se conoce popularmente, donde hubo una misa de gracias por ese hecho.        

Según Schulenburg, para los mexicanos, Nuestra Señora de Guadalupe implica una “protección divina. Está de por medio Dios y a ella la ponemos como intercesora. Así como una mamá trata de ayudarle a todos sus hijos, así la vemos nosotros”.

Aclaró, también cantinflesco, que esta “ayuda”, para el católico, que tiene bien enfocada la devoción, es “especialmente sobrenatural en el orden de nuestras cosas del más arriba”.

Pero también la invocan los mexicanos, siguió en su reflexión, como si estuviera ante su feligresía, porque el “hombre es una totalidad en nuestros problemas temporales, no sólo espirituales. Si sentimos esa protección y nos ayuda, es un fenómeno que psicológicamente –río— no hay que eliminar”. 

Pese a ser guadalupanos irredentos, los cruzazulinos, que desde 1997 no ganan un título.

Y quizá sea, en gran medida, porque la directiva que encabeza hace más de tres décadas Guillermo Alvarez Cuevas, en un acto irracional –porque el rendimiento del equipo no era lo que él esperaba– puso transferible a todo el plantel en 2003.

Fue un hecho inédito, inconstitucional de los derechos laborales, en el balompié mexicano y que llamó la atención en el resto del mundo.

Desde entonces, parece, que a los cementeros les cayó en chahuistle: están malditos.

No atan ni desatan para lograr su novena corona.

Sus mismos aficionados los llaman “campeones” de los subtítulos.  

[email protected]

[email protected]

@kalimanyez

Últimas Noticias

Artículo previo
Siguiente Artículo

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here