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¿Ratón Apátrida?

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Agora Deportiva

Jesús Yáñez Orozco

Una campaña mediática lo ha convertido en apátrida, ateo, anticristo, del balón. Es el villano favorito de la afición ¿Cómo ha osado despreciar el  llamado para defender los sacrosantos colores patrios y el honor nacional?

 

¡Santa cachucha!

Directivos, entrenadores, jugadores, periodistas y fanáticos lo incineran con verbal leña verde por su reiterada negativa a volver a vestir la camiseta de los Ratones Verdes.

Pues no parecen encontrar salida de la ratonera en la que se han metido para roer el queso de la mediocridad de cara al Mundial brasileño. De todas formas, escobazos les van a llover por todas partes, cuando termine esa justa.

Carlos Vela, supuesto crápula, ratificó por qué es el mejor jugador mexicano en Europa desde hace un año. El fin de semana pasado anotó cuatro goles con la Real Sociedad de España. Hecho histórico, pues ningún mexicano había realizado ese milagro esférico en el balompié de la Patria Madre. Ni Hugo Sánchez, el más exitoso en Europa, que no el mejor, hizo lo que él. Aunque haya sido afamado pentapichichi.

Manuel Manzo, por citar sólo uno, fue superior al tal Hugo. De calle. Pero el alcoholismo le metió un autogol: truncó su carrera, y se convirtió en un sol sin luz en las canchas.

Hugol tampoco hizo un memorable gol como el que marcó Vela en agosto pasado contra Lyon, francés. Aunque era letal depredador de las áreas con su cabriolas chilenosas. Eso que ni qué.

Tomó el balón desde el ombligo de la cancha. Recorrió 50 metros. Eludió cinco rivales, dejándolos sembrados como magueyes sobre el irremediable césped verde, y anotó soberbio encima del portero. Fue semejante al de Maradona en el Mundial de 1986 a Inglaterra. “Pelusa” lo hubiera firmado sin rubor alguno.  

Quintanarroense de nacimiento, también ex futbolista del Arsenal inglés, apodado el “bombardero”, es Vela el Carlos Salinas de esta parodia, convertida en flatulenta telenovela futbolística por prensa escrita, radio, televisión e internet. Amén de las redes sociales donde claman que sea excomulgado para siempre de la capillita, que no iglesia, y mucho menos catedral, del futbol mexicano.

Y provoca hilaridad el hecho de que la famiglia balompédica cifre en un jugador delirantes quimeras campeoniles mundialista de una nación que, por desgracia, sólo se alimenta de balón socceriano.

Uno de los que se tiraron a la yugular de Vela fue Francisco Javier González. Con ojos rojos encendidos de rencor y palabras barnizadas de ira contenida, cuestionó en TDN, de Televisa cable, su enésima negativa a formar parte de la Deserción Nacional, como si fuera un niño héroe que niega inmolarse envuelto en el lábaro patrio.

Lamenté la postura virulenta, patriotera, del comunicador. Aun así es de lo poco rescatable de la empresa –fábrica de pesadillas– de Emilio Azcárraga Jean, junto con Enrique Burak y Antonio de Valdés. Ambos compartimos páginas deportivas en El Financiero. El, columnista, y, yo, reportero. 

Ya Vela ha insistido que los Ratoncitos están por encima de cualquier jugador. Por eso no suda ni se acongoja. Insiste que las críticas, palabras más o menos, las usa de Charmín.

Dudo que acepte si lo llaman para jugar el Mundial de Brasil con los verdosos roedores. Por su reiterada negativa a vestir la verde –nada que ver con la “yerbabuena”– supongo que tiene la filosofía de que con los Trigloditas como el sol y la familia: entre más lejos, mejor.    

Más allá de todas las elucubraciones eyaculativas  resulta inconcebible que entre 120 millones de habitantes no haya 22 roedores apasionados y entregados a este deporte que sepan embrujar a la pelotita en sus divinos pieseses.   

¡Por amor de Dios!: ¿de qué planeta somos? ¿De cuál fumamos?

Saquen para andar iguales: zacatito pa´l conejo.

Se infiere,  entonces, que la cuarta mejor liga del Mundo, por número de espectadores –después de Alemania, Inglaterra y España–, y la 12 más importante del planeta por el valor de las cartas de los jugadores, como presume Decio de María, presidente de la Liga Mexicana, carece de lo más elemental: fuerzas básicas. Y que los 18 clubes profesionales que la constituyen no tienen NPI (Ni Puta Idea) de cómo trabajar con una metodología adecuada, a futuro. Y no lo han sabido hacer en más de cinco décadas. Como agorero, estoy convencido que, pese a ésas cuentas alegres, los del Tritanic no vencerían ni al Atlético San Pancho.

A él y Justino Compeán, titular de la FMF, no quieren contrarlos empresas trasnacionales de fábricas de hielo para apoyar al gobierno de Enrique Peña Nieto en la creación de fuentes de trabajo. Después del papelón de la Decepción Nacional durante la eliminatoria mundialista temen que si los emplean se les pueda quemar la factoría.

Son la esencia clara de la filosofía del mexicano: el ai´se va. Al fin y al cabo nadie respinga, ni la hace de tox. El Estadio Azteca seguirá lleno cuando haya  juegos de la Desesperación Nacional.

El baloncito es nuestro verdadero Dios: esperamos el milagro o la desgracia en los botines del Tridolor: Triunfo o derrota. Cristo y la Virgen de Guadalupe pasan a segundo término.

Gloria o infierno.

Ni px.

Quien esté libre de piedras que lance el primer pecado.  

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