Agora Deportiva
(Balón cuadrado)
Jesús Yáñez Orozco
A falta de peso futbolístico dentro y fuera de la cancha, el seno de la Decepción Naciomal se ha convertido en un lavadero bajo el cual corren los Ratoncitos Verdes Tullidos. El pandroso del Piojo Miguel Herrera, como niño regañado, ha tenido que sacar el pecho ante la metralla verbal de críticas cuando falta menos de 100 días para el arranque del anunciado drama mundialista en Brasil 2014.
“¡Ay! Miguelito, Miguelito es tan ingenuo, cree que por capacidades está en esa silla”, ironizó el Jefe Tomás Boy Espinoza, director técnico del Atlas, con su irremediable sarcasmo.
Y sí, está ahí porque lo impuso el dueño de le telemierda, Televisa: Emilio Azcárraga III.
Lo más seguro es que por sus palabras, Boy vuelva a ser multado por los sepultureros, Justino Compeán y Decio de María, del cementerio que simboliza la Federación Mexicana de Futbol, debido a que violó el eufemístico Código de Etica.
Ese que impide que los miembros de la Famiglia futbolística toquen con el pétalo de sus palabras los sacrosantos valores balompédicos de este deporte de dirigentes crápulas.
Podría ser sancionado con unos 150 mil pesos, mínimo, por boquiflojo.
Nomás para que nos demos un quemón de qué lado masca la iguana, el pasado 17 de enero, por hacer declaraciones públicas, el Comité Disciplinario de la Femexfut multó a los técnicos Ricardo Ferretti, Miguel Herrera y Tomás Boy, con poco más 38 mil dólares (alrededor de 500 mil pesos) por faltar a la Santa Inquisición balompédica, erigida en Código de Ética.
Para Ferretti, la multa más alta: 20 mil 323 dólares (unos 270 mil pesos), siguió Herrera, 10 mil 161 (cerca de 137 mil pesos) y Boy tendrá que pagar 7 mil 621 dólares (poco más de 100 mil pesos).
Tuca, estratega de Tigres, y Herrera, adiestrador de los Roedores, y ex técnico del América, se expresaron contra el trabajo de los árbitros tras derrotas de sus equipos. Boy, entrenador del Atlas, declaró sobre un colega.
Tomás sólo necesitó seis segundos para responder a las palabras de Herrera, quien a su llegada a Atlanta, para el partido amistoso de este miércoles contra Nigeria –en la enésima pizca del balón en el país de Las Bardas y Las Estrellas— dijo que la silla de la Deserción Nacional “genera envidia”, respondiendo a las críticas que hizo el estratega de los Zorros sobre el trabajo que hacen con los ratoncitos corredores.
Tomás rechazó algún tipo de resentimiento por no haber llegado al banquillo del Tridolor.
Además, lamentó que no exista respeto entre técnicos, en el gremio nacional.
“No sé por qué no llegué al Tri. Tampoco me promoví. Fui respetuoso. Somos un país donde padecemos ‘opinionitis aguda’, iba a decir algo feo (pendejitis), la verdad. El respeto no es el valor principal en la familia futbolística. Nunca ha sido. Tiene la forma en interpretar la vida. Nadie respeta a nadie. La forma en que nos manejamos (deja mucho que desear).
“Aun así avanzamos, pero el respeto es un valor que debe considerarse en todas las partes”, puntualizó.
Cuando se esperaba una de las más explosivas declaraciones de Herrera, llegó una elegante pero sobre todo contundente respuesta disfrazada de mesura.
De niño regañado, pues.
Con palabras bañadas de calma pidió detener la polémica.
“Vamos a cortar de tajo esa situación. Tenemos muy poco tiempo los dos, tenemos que enfocarnos más en lo que hay que hacer”.
Con tono discursivo de político priista, argumentó:
“Yo tengo un Mundial por delante y él tiene que salvar a su equipo del descenso. No hay dimes y diretes, ni nada. Yo me voy a enfocar en dar los resultados que se pretenden y él que se enfoque en el Atlas para poder salvarlo del descenso y punto final”.
Quienes también comenzaron un intercambio de declaraciones fueron Cuauhtémoc Blanco y Rafael Márquez. Declaró Cuau a la cadena ESPN que a Rafa le faltaban “cocos” –“amígdalas”, decía Hugo Sánchez– para ser líder en el vestidor.
Al respecto, el Piojo elogió la carrera que Márquez, en el futbol internacional, sobre todo con el Barcelona, y desdeñó al Temo.
“Yo veo a Rafa en la cancha gritar, ordenar. En el vestidor todos le tienen respeto. Y ese se ha ganado con lo que hizo a nivel mundial y no con lo que hizo en México. No sé qué haya pasado (tiempo) atrás (entre Rafa y Cuauhtémoc), pero ahorita Rafa está funcionando bastante bien. Las críticas son como las llamadas a misa: el que quiera va y el que no, no”.
Márquez en declaraciones a la televisión mexicana dijo que había qué tomar las cosas de quien vienen. Y que tampoco Cuauhtémoc, cuando estuvo con la Desesperación Naciomal, incluso capitán, tuvo el liderazgo que ahora exige.
La neta es que Márquez “ya fue”, como dicen los jóvenes. Sus mejores años como futbolista son ayer, o antier. En la cancha se le nota lento, incluso desubicado, durante los partidos. Y esos pecados balompédicos no se pueden cometer, menos en una Copa del Mundo.
De aquél chorro de voz, futbolísticamente hablando, le queda un vil chisguete.
Y si él portará el gafete de capitán que Dios coja confesados a los Roedores Verdosos. A lo largo de su carrera en el Tritanic, era común mirarlo perder la cabeza ante los rivales.
Cuestionado sobre si estaba de acuerdo con lo dicho por Blanco, que a los Trigloditas hacía falta liderazgo, Boy solo respondió con un seco “¡sí!”.
Incluso, enumeró las cualidades que debe tener el capitán los Tripecantropus erectus, tomando en cuenta que él portó el gafete con los Green Mouses, antes y durante el Mundial de México 86, pese a que Hugo Sánchez reclamaba la cinta.
“Te eligen. A mí me escogió el entrenador (Bora Milutinovic) y los jugadores. Debe ser el capitán de todos. Un representativo tiene características: ser exigente, representar todas las partes, ejercer una capitanía es ser ejemplar, estar al tanto de las cosas que suceden, el respeto que te tengan los jugadores. Fui capitán de mi equipo y en la selección”.
Boy se mostró en desacuerdo con el hecho de darle preferencia a los jugadores mexicanos que militan en el futbol europeo sin importar el momento futbolístico en el que se encuentren, sobre la liga naciomal.
El Jefe recordó que en su época, rumbo al Mundial 86, Hugo Sánchez tenía ese sitio asegurado pero porque se lo había ganado.
“Él era una figura a nivel internacional, goleador en España y su concurso era muy importante. Hay esa creencia que por brincar el charco eres bueno. No siempre es así”.
Y sí, técnico y jugadores de los Ratones Piratas –con parche en el ojo pata de palo– comienzan a especializarse en el lavadero: remojan, lavan, exprimen y tienden.
Siguen demostrando cero futbol.
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