Ágora Deportiva
Jesús Yáñez Orozco
El Papa Pacorro, Francisco Bergoglio –hijo de la Pampa argentina, y cuando las 11 mil vírgenes mencionan su apellido seguro se han de sonrojar, igual que yo—escupió para arriba. O se convirtió en una figura indeleble para no verse de cuerpo entero en el mismo espejo cuando –sin mencionar a la FIFA-Mafia-Mafia– criticó los excesos manipuladores del baloncito en la manipulada aldea global, en el marco de la celebración del Mundial de Brasil 2014.
Porque él y le Santa Sede siguen instalados en el irremediable oscurantismo celestial hace más de dos mil años.
El que es buen juez por su casa empieza. O mira la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
“Para ganar, debemos superar el individualismo, el egoísmo, toda forma de racismo, de intolerancia y de manipulación de la gente”, declaró.
La “codicia”, puntualizó, es un obstáculo en el futbol. Igual que en la vida.
Nomás ahí les ‘baila’ un datillo insignificante: La Fifosa-Mafia, encabezada por el suizo Pepillo Blatter, engordará sus arcas con la mísera cifra de cuatro mil 500 millones de dólares.
En contraste, al campeón de esta justa mundialista, recompensará con migajas: 35 millones de dólares, copa y medalla.
Además de que el gobierno de la ex guerrillera Dilma Rousseff, destinará más del triple –ella dice que entre ocho y nueve mil millones de dólares—para la celebración de la copa del mundo brasileña que , debido a la corrupción de triplicará: 30 mil millones de dólares.
Cifra que bien podrían haberse destinado para subsanar la pobreza extrema en que viven cerca de 30 millones de habitantes: construir escuelas y hospitales, la mayor urgencia social. Y mejorar el nivel el de vida del resto de la población.
Pero Pacorro no toca ese ‘vals’, ni con el gajo de un balón Brazuca, porque Brasil es el principal país católico de América Latina. Sigue México.
“¡Que nadie le dé la espalda a la sociedad y se sienta excluido!”, pidió. (Sobre todo aquellos niños asediados por los curas –a oscuras– pederastas).
Seguro Dilmita no se puso el saco.
Porque para eso del deporte mundial en que se ha convertido el abuso infantil por parte de sacerdotes, representantes de Dios en la Tierra, no cantamos mal las rancheras en México.
Ahistá mi amadísimo Marcial Maciel, creador de los Legionarios de Cristo. Y ni qué decir del cura de San Luis Potosí, Eduardo Córdoba Bautista quien se encuentra prófugo de la justicia.
Ya arzobispo Jesús Cabrero Romero pidió perdón a las víctimas “por estos actos deleznables que han llenado de vergüenza a la Iglesia potosina”.
Exhortó a Córdova a dar la cara y responder por los crímenes de que se le acusa, por el bien de su conciencia “y para evitar un daño mayor a esta iglesia”.
Porque se podría reducir sensiblemente el delirio sexual de algunos curas si tuvieran pareja. Hombre o mujer.
Allá por el año mil de nuestra era los matrimonios de los sacerdotes católicos estaban permitidos. Pero debido que a su muerte, sus mujeres e hijos disponían de sus bienes y no ‘salpicaban’ a la Santa Sede, se prohibió el enlace de los hombres de ropas talares con féminas.
A ellos se suman las multimillonarias demandas en dólares en el país de las Bardas y las Estrellas en contra de padres pederastas.
“¡No a la segregación! ¡No al racismo!”, exclamó el Sumo –sin albur– Pontífice.
“¡Sopas de perico!”
Y qué px con la discriminación de la Santa Sede en torno a la diversidad sexual que, además, considera pecado venial el aborto.
Ni qué decir de tolerancia al oficio más antiguo del mundo: la prostitución, que urge legalizar en todo el mundo para evitar una moderna esclavitud al amparo del poder y la doble moral de la sociedad en general y de políticos, en particular, esos que la censuran pero que pagan por sus caricias.
Ahista Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, el dirigente priista en el Distrito Federal que tenía su harem.
Nomás le falto gritar a Bergoglio:
“¡Patria o muerte… venceremos!”.
Circula un significativo texto en internet, firmado por Carose Dradeu Linherz, que refleja el fundamentalismo que el autor cuestiona –con una veintena de errores ortográficos que corregí– y donde afirma que “el futbol es idolatría a satanás”.
“¡Sácale las babuchas!”
Dice, nomás parta que se echen un trompo a la uña:
“Para todos los que fuimos criados en el seno de una familia cristiana (seguramente la mayoría), se acordaran que de pequeños se nos enseñó a creer en Dios, y pues también se nos inculcó el temor de Dios y a que a él no le gustaban ciertas cosas… las mentiras, adulterio, asesinos, ladrones, fornicadores, homosexuales, drogadictos, musulmanes, ateos, envidiosos, bailarines, rockeros, raperos, personas que hablan de sexo…
“Pensamientos impuros, dioses aparte de él, gente que se burla de su nombre, hipócritas, estafadores, usureros, haraganes, codiciosos, avaros, estrellas porno, prostitutas, los Beatles, Mickael Jackson, Sodoma y Gomorra, los palestinos, la alemania nazi, los charlatanes, los que viven de la fe…
“Los que no viven en la fe, los que no van a misa, los que no van al culto, los que no le rezan, los que no se le humillan, los que no ayunan, los que no ofrendan… en fin, todos estamos incluidos al menos en una de esas categorías”.
Le faltó otra “categoría”: los priistas.
Esos sí que son hijos… del chamuco.
Previo al arranque del Mundial de Brasil, Su Santidad, Pacorro, quien es fanático del futbol, grabó un mensaje para ser transmitido por la televisión brasileña antes del partido inaugural entre Brasil y Croacia.
En éste aseguró que el futbol enseña tres lecciones que pueden promover la paz y la solidaridad en el mundo: la necesidad de entrenarse y trabajar duro para conseguir los objetivos; la importancia del juego limpio y del trabajo en equipo, y la necesidad de respetar y honrar al rival.
Si tomamos sus palabras a pie juntillas irremediablemente y si pierden un encuentro tienen la necesidad de poner la otra mejilla ante los ojos de la mitad de los 6 mil 500 millones de habitantes.
No está claro cómo hará el Papa para seguir los progresos de Argentina en el Mundial. No tiene un televisor en el hotel del Vaticano donde vive, aunque podría conseguir uno de inmediato si lo pidiese.
Francisco, seguidor de toda la vida del club San Lorenzo de Buenos Aires, ha armado una enorme colección de camisetas de futbol desde que fue designado Papa y ha recibido a numerosos equipos que visitan el Vaticano.
Aunque todavía falta el Atlético San Pancho.
Entre ellas destaca el presente de Chavita, EL Salvador de México, quien emuló a Juan Diego, aunque no con ropas humildes y sí costosas hasta la desvergüenza — Virgen de Guadalupe de 40 centímetros en ristre tallada en madera por artesanos mexicanos– obsequió una playera de los Ratones Verdejos Tullidos, con la firma del piojete, Miguel Herrera, al Pontífice.
Supongo, que el obsequio fue para que los recomendara ante el Altísimo. Que, todo indica, está siendo efectivo, luego de la contundente victoria 1-0 e Los Súper Ratones Famélicos sobre Camerún, que pudo ser goleada.
Ambos presentes los miró desde la altura del divino desdén.
En contraste con el regalo de Rousseff que incluso desdobló para mirar el autógrafo en la camiseta de Pelé, que incluyó una pelota Brazuca, firmada por Ronaldo.
En febrero Pacorro bromeó cuando consideró que podría sentirse “tentado” de apoyar a Brasil.
Rousseff le pidió que por lo menos se mantenga neutral.
Sí: que sea un Dios de palo, al menos, durante la celebración del dopante mundial.
Y seguro jamás de los jamases se enfundará la camiseta Roedora porque va a sentir lo que es amar a Dios en tierra de indios: padecería en síndrome de los esclavos del balón, como llamó Hugordolfo Gelatino Sánchez a sus compañeros de profesión hace más de 20 años, cuando jugaba para América.
En su mensaje Francisco dijo que esperaba que la Copa Mundial fuese un “festival de solidaridad entre los pueblos”.
“El deporte no es solo una forma de entretenimiento, sino también, y diría que por sobre todo, un instrumento para comunicar valores que promueven lo que lo bueno de los seres humanos y ayuda a construir una sociedad más pacífica y fraternal”.
Seguro Maradona se habrá desternillado de risa de las declaraciones de su compatriota que sí se sintió muy Bergoglio.
Ocurre que el único poseedor de la Mano de Dios en el Mundial de México 1986, cuando jugaba para el balompié italiano, visitó un día el Vaticano a invitación del Papa Juan Pablo II.
Palabras más menos, cuando salió el recinto sagrado, declaró sentirse asqueado por la riqueza que miró en techos y paredes de la Santa Sede y que hizo que le dolieran los ojos.
Y cuestionó cómo era posible que los pontífices anduvieran de la seca a la meca, exprimiendo los bolsillos de los pobres entre los pobres del mundo, en lugar de repartir la riqueza que posee la Iglesia Católica.
Hora sí ‘debrayó’ Pacorro. Si algo hay perverso Como deporte en el mundo es el balompié. Oscuros intereses lo caracterizan dentro y fuera de la cancha hace más de 50 años.
Sólo un dato: el paisano de Su Santidad, Pedro Troglio, director técnico de Gimnasia y Esgrima, del balompié argentino, declaró hace poco más de un año que para ganar los partidos requería “asesinos en serie en la cancha”.
Pero estemos tranquilos, o más angustiados según la fe, con las palabras de Elías Canetti, Premio Nobel de Literatura:
“Dios es un ser tan poderoso que pese a no existir determina la conciencia de la humanidad”.
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