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Dios Pacheco

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Jesús Yáñez Orozco 

A la memoria de Gina Fontanot Yarza 

Hubiera es tiempo perdido… o pendejo, me decía mi sicoanalista Gina Fontanot Yarza, en 2008, poco antes de morir. Por eso, relativizo las palabras del astro argentino Diego Armando Maradona cuando afirma que en su carrera dio facilidades y que habría sido mejor jugador si no “hubiera” consumido drogas.

 

Me quedo con la duda del beneficio.  

También los intereses extradeportivos se conjugaron en su contra. Hasta convertirse en un deidad maldita para los intereses de los potentados del balón mundial.

Sí: Diego era un Dios Pacheco con el balón a sus pieseses.

Que ni qué.

Pero matizo.

Porque el problema, “enfermedad”, de Diego –como él reconoce– nunca fueron las drogas, en sentido estricto. Fue él, su propio enemigo. No supo manejar la fama y dinero que lo avasallaron. Saltar del barrio a las primeras planas de los diarios, con plata para aventar para arriba, no lo soportó su sique.

Cayó en un abismal abismo porque, además, carecía de preparación, cultura, para digerir la vorágine que lo envolvía y que a la larga, se convirtió en su mortaja deportiva.

No podía mirarse en el espejo de su miseria.

Vampiro del esférico.

Toda su vida la redujo al baloncito.

Porque las drogas o el alcohol no son las malas de la película ante y sus potenciales adictos. El problema obedece a un vacío que el consumidor consuetudinario y se harta de ellas para llenarlo.

Las drogas duras o blandas, el mismo alcohol, se han consumido a lo largo de la historia de la humanidad.

De la Marihuana, por ejemplo, hay un antecedente cronológico que se encuentra en internet, que se usaba para el vestido hace ocho mil años. Incluso, hace cientos de años, se usa para le medicina. Calma, por ejemplo, los dolores del cáncer.

Todo con medida, nada con exceso, dice el atinado comercial. O: poco veneno no mata.

Lo que sí mata es el tabaco.

Quien lo consume paga por suicidarse de a poquito. Y, además, engrosa los bolsillos de los dueños de la tabacaleras.

Incluso los médicos recomiendan una copa de vino o un, tequila, Whisky,  ron, después de cada comida. Es benéfico para el corazón, aseguran.

Ningún galeno habla bien de los cigarrillos.

Hay ex adictos a las drogas y miembros de AA que ven las drogas o el alcohol como algo demoniacamente satánico.   

Cuando, en sentido estricto, es un problema sicológico-social.

“Con mi enfermedad di ventajas”, lamentó el “10” durante une entrevista realizada en Buenos Aires, Argentina.

E interrogó a su interlocutor:

“¿Sabés qué jugador habría sido si no hubiera tomado droga?…”

Y respondió durante en una entrevista que el canal TyC Sports emitirá el próximo mes, de la que el jueves pasado pudo verse un adelanto:

“¡De puta madre!”

Y habló de su paso por el futbol italiano y español:

“Los europeos iban al piso, eran duros, pero yo sabía que con mi técnica me los iba a comer”.

El año pasado se cumplieron 30 años de la peor lesión de su carrera que sufrió el astro argentino.

Fue el 24 de septiembre de 1983: Fractura del maléolo externo y rotura del ligamento del tobillo izquierdo.

“Me rompió, me rompió”, gritaba el crack del Barcelona, luego de recibir una brutal patada, como cegadora de pasto, de Andoni Goicoechea, del Athletic de Bilbao.

El árbitro, Bartolomé Jiménez Madrid, consideró que esa agresión merecía sólo una amarilla. Insólito.

“Tenía claro que la pelota es una sola y no me iban a poder parar. Cuando me la daban, ahí había un quilombo (lío). Y hasta mi último suspiro en esta vida seguiré pensando igual”, puntualizó.

El Pelusa, quien desde hace tiempo suele declarar que abandonó esa adicción, admitió que su vida no fue normal y que si bien tiene 53 años es como si tuviera 78.

Sufrió el síndrome de la Miss Universo –coinciden en llámalo así algunos sicoanalistas–: después de estar en la cúspide todo es para abajo.

En ese veloz descenso el mundo se le vino encima.

Durante una entrevista para el diario El Universal, en 2004, en la ciudad de Puebla, a César Luis Menotti,  director técnico campeón con Argentina en el Mundial de 1978, lo interrogaba sobre quién había ‘asesinado’ a Maradona a lo largo de su vida deportiva, respondió, un dudarlo: los italianos.

En 1991, jugando para el Nápoles dio positivo con cocaína. La Federación Italiana de Futbol lo suspendió 15 meses.

El Flaco opinó que ese fue un error garrafal. Y que debieron dejarlo jugar y practicarle exámenes antidoping, previo a cada partido.

Un año atrás, durante la Copa del Mundo de Italia 1990, en la final Alemania-Argentina, de acuerdo con versiones periodísticas, el silbante uruguayo mexicano, Edgardo Codesal, tenía la orden del presidente de la Mafia-FIFA-Mafufa, Joao Havelange, de impedir –a como diera– lugar que ganara el equipo comandado por la “mano de Dios”.

Así fue: venció Alemania.

Ocurre que Maradona era un acérrimo crítico de Havelange a quien, lo menos que le decía, era “corrupto”.

Durante el Mundial de Estados Unidos 1994, Maradona también dio positivo jun examen antidopaje. Esta vez con efedrina. Acabaron echándolo.

“Me cortaron los pies”, dijo su célebre frase.

Añadió durante el fragmento de la entrevista:

“La realidad es que mi vida no fue normal, ja… Eso hay que decirlo. Veo que dicen ‘uy, che, Diego tiene 53’, pero con todo lo que me pasó en la vida siento que viví 80”.

Es un octogenario que sigue siendo Dios.

Maradona narró que se siente feliz porque aún puede aguantar 90 minutos en una cancha y resumió su carrera:

“Gracias a Dios pudimos dar sonrisas y alegría a la gente”.

Eso sí se le agradece y por eso se le extraña aún más. Pocos como él, Pelé, Joahan Cruyff, Di Stefano.

El campeón en el Mundial de México 1986 dijo que quería que Argentina ganara su tercera Copa en Brasil 2014, donde cayó 1-0 en la final ante Alemania en tiempo suplementario.

Antes del tanto de Mario Gotze, Argentina desperdició un gol cantado cuando Gonzalo Higuaín la envió afuera solo frente al arco.

“En la final no teníamos con qué atacar a Alemania y ellos tenían 50 variantes más que nosotros en la ofensiva, era un partido desigual.

“En cuanto los germanos aceleraran, cagábamos. Tuvimos la del Pipa (Higuaín), que era anotación. De 10 jugadas así, nueve van adentro. Él se puso los botines al revés ese día”, ironizó.

El ex entrenador de la albiceleste que cayó en cuartos de final por goleada 4-0 ante la Mannschaft en el Mundial de Sudáfrica 2010 rememoró con dolor su salida del equipo nacional, pero aseguró que en la final de Brasil quería que la selección ganara.

“Me fui mal. Muy dolido. Quería seguir”, reconoció.

Y confesó que no siguió las eliminatorias pero volvió a ver los partidos en la justa brasileña, porque lo sintió.

“Es mentira que tenemos sangre roja. La tenemos celeste y blanca”, aseguró.

Quizá, también, algún día, llegue a ser un Dios con la palabra en los labios.

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