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Jesús Yáñez Orozco 

El Piojete, Miguel Herrera, está borracho de copas. Cual émulo del falaz César Luis Menotti, técnico de la Pesadilla Nacional durante 1991, y quien supuestamente cambió la ‘mentalidad’ del perenne fracaso por una de triunfo, ipso facto, del jugador Made in Mexico –-aunque sus detractores afirman que es un “filósofo del dólar”–, Herrera tiene la firme convicción que los Ratones Verdejos Reumáticos, bajo su conducción, ganaran todos los torneos habidos y por haber de aquí el 2018.

 

Vamos hasta las ‘copas’ de Sabrina echará a sus petacas.

Le quedará chico, para echarse un buche, el mar de justificaciones del “ya merito”, del “jugaron como nunca perdieron como siempre”,  o ser eternos “campeones de la derrota”, entre otros epítetos que históricamente han caracterizado al Tridolor  desde principios de la década de 1970 a la fecha.   

Porque ahora sí vamos hechos la mocha por el quinto partido. Y si no es que, ahora sí, se haga realidad le pesadilla largamente acariciada: ser campeones del mundo mundial en la mismísima Rusia, de un tal Vladimir Illich Lenin. 

Será Micky Mouse algo así como el Mesías, Dios, Alá, Jehová, Cristo –u Homero Addams, El Salvador de México, que vive en Los Pinos– del balompié nacional. Porque en su lenguaraz choro mareador tiene el remedio y el trapito para alcanzar la gloria del baloncito.

Incluso, ya Herrera sacó su chipote chillón verbal contra los periodistas, como sucede con los políticos quienes a lo largo del siglo pasado y lo que va de este, cada vez  exhiben más la mano dura –de la Dictadura Perfecta de la sinrazón– envuelta en guante de seda contra el pueblo indefenso, ahora con la ley de inmovilidad, para evitar  “mover a México”.

Ahora sí, que Dios nos coja confesados. Este es el Piojitochupasangre –títere de la Telemierda, propiedad de Emilio Azcárraga Jean, capo di tutti capi de la famiglia del balompié nacional– quien prometió el cielo y las estrellas.

Porque, paro mí carro repleto de ditirambos un momento, para hacer una reflexión: el hecho de que la Pesadilla Nacional de Televisa rompa el maleficio y se convierta en un equipo triunfador no pasa por la buena voluntad de un individuo, por más bueno que sea como estratega.

Y que, obvio, está como a 100 años luz de ser el caso de Herrera.

Y quienes están “malditos”, dicho sea de paso, son los dueños de los clubes vía la Federación Mexinaca de Futbol –que encabeza el dueto satánico, Justino Compeán-Decio de María— Caballeros Templarios del balompié, que tienen plagiado este deporte hace más de 40 años.    

Vamos por partes, diría Jack el Destripador, para intentar una explicación coherente por qué el Tritanic, seguirá instalado en el limbo del ”ya merito”, por más que el Piojete torne y retorne de que somos la neta del mundo mundial en el deporte del puntapié.

Primero: los jugadores reciben trato de “esclavos” –como acertadamente definió a sus compañeros del mismo dolor, Hugordolfo Gelatino Sánchez, cuando jugaba para América, allá por 1993–, vía el eufemístico draft –instaurado desde 1990—, están sometidos al anodino Pacto de Caballeros, inconstitucional forma de impedirles laborar si los dueños del balón así lo deciden –que no sucede siquiera con un albañil– y tienen el encorsetamiento de un Código de Etica, que no es otra cosa que vil censura, versión moderna de la Santa Inquisición en aras de lavar la ropa sucia en casa.     

El mejor exorcismo contra esta peculiar, satánica, forma violatoria –a todas luces– de la Constitución Política Mexicana, sería vía un sindicato, asociación o mutual. Algo que haga contrapeso real a ese poder omnímodo.

Mas nadie osa ni osará rebelarse para romper sus cadenas. Porque puede terminar encarcelado como sucedió con Emilio Maurer, dueño del equipo Puebla, y presidente de la Primera División, en 1993, cuando se atrevió a arrancarle el control del futbol a Televisa.

Allá por 1971 fue creado un sindicato de futbolistas, cuyo comité ejecutivo, encabezado, entre otros, por Antonio Mota, Gamaliel Ramírez y Carlos Albert, terminó ‘descabezado’ por Guillermo Cañedo de la Bárcena, quien fungió como presidente de la FMF, durante la década de 1960 –también vicepresidente de la FIFA- y verdadero cerebro operativo de lo que es hoy el Imperio Televisa.

Amén de que a este deporte lo caracteriza la multipropiedad de equipos; en 1993 hubo el primer caso de narcofutbol documentado, cuando los Leones Negros de la UdeG resultaron ser propiedad de la delincuencia organizada de Jalisco, que tuvo como prestanombres a un grupo de exalumnos de esa universidad jalisciense, que  dirigía Raúl Padilla López.

De entonces a la fecha ha habido un sinnúmero de casos de equipos “tocados” por el narco en el balompié nacional y nadie se ruboriza ya siquiera.

Además, lo que ensombrece aún más la credibilidad de este deporte en México –y que supone amaño de juegos– es que dos dueños de equipos poseen casas de apuestas: Emilio Azcárraga, América, y Jorge Hank Rhon, Xolos.

Y como corolario los propietarios de los clubes practican un bonito deporte hace décadas: eluden el pago de impuestos. Es un secreto a voces que, salvo excepciones, tienen doble contabilidad.  

Y como dice el refrán: a malos amos, malos esclavos.

Este patético escenario ha prohijado  una seguidilla de fracasos en cuanto a Roedores Verdejos Autistas mayores se refiere, porque sólo ha sido una pálida sombra del balompié nacional la conquista de la medalla de oro olímpica, en 2001, Londres, y los dos títulos Sub-17.

Recordemos la historia mediata e inmediata: los Ratones Verdes Pazguatos fueron eliminados de torneos previos a dos mundiales: Haití 1973, para Alemania 1974, y Honduras, 1981, para España 1982.

En Argentina 1978, donde, por cierto, Menotti resultó campeón con el equipo local, “los nuestros” quedaron en el último de los 16 equipos, convirtiéndose en la peor actuación de los Roedores Zopencos en una copa mundial.

Para el Mundial de Italia 1990, la Femexfut  recibió una sanción administrativa de dos años por parte de la Mafia-FIFA-Mafufa, a consecuencia de los cachirules, y no jugó la eliminatoria respectiva.     

Además, por un pelito de rana calva, estuvo a punto de quedar fuera de Brasil 2014. Pero se cruzó en su camino un equipo de las fuerzas básicas del Atlético San Pancho, y pudo avanzar de churro: Nueva Zelanda.

Lo más digno, deportivamente hablando, que me ha tocado mirar a los largo de todo este frustrantemente patético escenario futbolero, fue le Copa América disputada el 1993, en Ecuador, donde el los Roedores Verdejos  terminaron subcampeones, tras perder 1-2 ante Argentina.

En aquella ocasión no sólo pudieron haberse alzado con todos los merecidos méritos con la victoria, por lo que mostraron en la cancha. Hubo algo mágico, por llamarlo de alguna manera, por lo me trasmitieron.

Encabezados por Hugol, previo a ese torneo los jugadores lograron rebelarse contra de las cadenas del draft. Condicionaron su ida a Ecuador a cambio de que fuera abolido el crápula mercado de piernas.

Porque el futbol no sólo es jugar bien y ganar, aunque a veces, también, aun así, se pierde. Sino qué me dice cada jugador con el balón en los pies y el conjunto de jugadores.

Me explico: es como mirar una obra de arte. No es sólo ver trazos y colores. Sino qué transmite la obra en su conjunto.

“Discurso no hablado”, por llamarlo de alguna forma.  

Mas nada pasó: La Depresión Nacional viajó con la ilusión de que sería erradicado ese moderno sistema esclavista del esférico y, permeada por esa quimera, jugaron el mejor torneo que yo haya visto en el dintel de la tercera edad, aunque el tianguis de piernas que pretendió exorcizarse persiste a la fecha. 

Por ello, decepcionados sicológicamente, fueron sólo comparsas en el Mundial de 1994, en el país de las Bardas y las Estrellas, pese a los esfuerzos vanos del doctor Katástrofe, como apodaban algunos medios informativos a Miguel Mejía Barón, su entrenador, de llegar al quinto juego.

Hace poco más de 48 horas, Herrera firmó  contrato al frente de la Depresión Nacional, hasta el Mundial de Rusia 2018, con el compromiso de prepararse mejor, porque México debe empezar a ganar títulos.

“Hicimos un buen arreglo con la gente de la federación, llegamos a un acuerdo para ambas partes. Estamos contentos, ya se había hablado hace mucho. Faltaba firmar y hoy lo hice”, farfulló el Piojete.

–¿El monto?, fue interrogado.

 –Claro que no se puede saber, pero es un buen contrato.

 “Hay que dar resultados para estar acá. Por supuesto estamos conscientes de que lo primordial es clasificar al Mundial. Pero en ese inter hay torneos muy importantes, hablando de Copa América y Copa Oro, y debemos mostrar que queremos seguir, obviamente el cuadrangular pasarlo firme y hacia el Mundial”, expresó.

Y, lo más grato: se bajó momentáneamente del camión del triunfalismo y  se confesó así:

“Ganar la Copa América este año es difícil. Intentaremos llegar a la final con un equipo sólido, no B: irá la selección mexicana. Lo que sí tenemos claro es que vamos con todo a ganar la Copa Oro. Porque es nuestra obligación. No hubo ningún pedimento. Yo me los pongo porque lo entiendo: como técnico de selección hay que dar todo”, abundó.

“Todo”, cuestiono agorero a mi querido roedor Miguelito, y “nada”, es lo mismo.

Mendaz su discurso farfullero, insisto.

Luego, volvió a su triunfalismo cuando hizo un balance de sus actividades durante 2014, donde los Ratones Verdes Tullidos volvieron a ser campeones de del fracaso tras su eliminación de Brasil 2014, por Holanda.

“Para mí fue un año bueno. Pudo haber sido mejor si hubiéramos logrado el objetivo (quinto juego). Habría sido excelente si hubiéramos jugado los siete partidos (la final en la Copa del Mundo en Brasil).

Agregó que para los futbolistas fue bueno porque nadie esperaba mucho del equipo y ellos se “mataron” y consiguieron juegos “importantes”.

“La ambición de todos es más y me tengo que preparar mejor para exigirles más, y México debe empezar a ganar títulos”, estableció Herrera.

¡Boinas p’a los calvos!

Que Dios agarre confesados a sus rivales porque chipote con sangre sea chico o sea grande. Faltaba más.

Aunque sigue en planes de la FMF, resaltó la dificultad de jugar en Europa. Por eso pidió a los periodistas no criticar los compromisos que se consiguen fuera del país: 

“No escuchen a los que dicen que son partidos moleros. No se contagien de lo malo. Háganlo de lo bueno. Son juegos buenos (en Estados Unidos). Cuando se pueda se harán, la federación no está negada a buscarlos”.

Y pos, como siempre: más negocio para los empresarios de la pelotita, menos deporte para el que paga: el aficionado.

Por los siglos de los siglos.

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